El padre Nnamdi explica que al acudir a la adoración, el cristiano atraviesa el mismo estado que los discípulos experimentaron con la Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor.
“Los discípulos siguieron a Jesús hasta la montaña alta sin cuestionar. No preguntaron: ‘¿A dónde nos estás llevando, Jesús?’ En la adoración eucarística, también nos acercamos a Jesús con esa fe humilde e incuestionable que dice: ‘Jesús, no lo entiendo del todo, pero creo que estás aquí presente simplemente por tu palabra. Creo que eres tú quien me atrae a tu presencia. He venido simplemente a adorarte. Por favor ayude a mi incredulidad’”.
Así como los discípulos contemplaron la humanidad de Cristo hasta que aquella divinidad traspasó Su humanidad, “en la adoración eucarística, miramos con fe continuamente el elemento visible del pan hasta que la divinidad traspasa ese pan y nos da una experiencia interior de la divinidad de Jesús“.
Efectos de la adoración eucarística
1. Según el sacerdote, en la adoración recibimos profundamente la gracia de Dios para con nosotros al llamarnos a pertenecerle. “La adoración eucarística nos mueve a enfocarnos más en la bondad de Dios que nos llama que en las dificultades y grandes demandas del discipulado en nuestro mundo de hoy”.
2. La contemplación del Cuerpo de Cristo nos bendice con un mayor celo en el servicio a Dios. “La adoración eucarística nos hace querer servir a Dios más fielmente sin importar el costo”, dice el padre Nnamdi.
3. Nos damos cuenta de nuestra nada y del asombro que deberíamos tener por Dios. Según el padre, “la adoración eucarística nos hace humildes ante Dios, ante nosotros mismos y ante los demás y nos mueve a una conversión continua en el amor a Dios”.
4. Finalmente, la adoración eucarística nos libera de la esclavitud de las cosas de este mundo, enciende nuestro deseo de la vida eterna del cielo y nos llena de la certeza de la esperanza de que recibiremos de Dios todo lo que necesitamos para alcanzar la vida eterna. Anhelamos la plenitud de la comunión con Cristo por toda la eternidad.
¡Estos son los increíbles efectos de la adoración eucarística! ¡Bendito sea el Santísimo Sacramento del Altar!