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Ahí acostado, reflexionando sobre su antigua vida y las lecturas que tenía a la mano, san Ignacio empezó a notar cómo el deseo de seguir a Dios crecía en su corazón.

Su vida ya había empezado el proceso de transformación y Jesús le llamaba con más fuerza cada vez.

Impulsado por sus ganas de conocerlo, decidió partir a tierra santa para estar donde Jesús había estado. Estaba buscando a Jesús y deseaba estar con Él.

Como tenía pasado de caballero no le importó llevar al extremo el ejemplo de otros santos, en una ocasión se arrodilló por ocho horas y ayunó durante una semana.

Pero en lugar de acercarle a Dios, esto lo hizo sentir infeliz. Estaba tan desesperado que incluso consideró terminar con su vida. El llamado de Dios era a buscarlo a su propia manera y fue entonces cuando comenzó a prestar atención a sus sentimientos más profundos.

Meditando la vida de Jesús y mirando en su interior, san Ignacio comenzó a desarrollar el discernimiento, pero más importante, a practicarlo para acercarse más a Jesús.

Nuestra búsqueda

Te invito a pensar y reflexionar en tus heridas y en aquello que has perdido sin más remedio. Quizá sea una gran oportunidad para empezar una nueva vida en Dios.

«En la economía de Dios nada se desperdicia»San Ignacio se aferraba a su vida de caballero, sabía que no sería lo mismo y fue ahí cuando Dios aprovechó esa oportunidad para encaminarlo a una vida nueva y mejor.

Cuando nos encontramos con algo cautivante queremos saber más y más, lo queremos saber todo. Esto le pasó a san Ignacio cuando empezó a conocer a Jesús, ¿Quién puede ser más cautivante que Él?

En el evangelio de Juan capítulo 1, 38-39 los discípulos de Juan el Bautista le preguntaron a Jesús: «Maestro ¿dónde vives?».

Esa pregunta expresa curiosidad y deseo de saber. La única forma de averiguarlo es aceptar la invitación universal con la que responde Jesús: «Vengan y lo verán», así lo hicieron los discípulos y san Ignacio. Esa es nuestra búsqueda.

El encuentro personal con Dios

La única forma de conocer a Dios es en el encuentro personal. Y es en ese encuentro profundo que nos daremos cuenta de que Jesús es el sustento de nuestra realidad, es el centro de todo. Así todo lo que existe sirve en medida que nos acerca a Él.

Cuando san Ignacio llegó a París, empezó a estudiar porque hay que usar tanto el corazón como la cabeza para llegar a Dios. En ese lugar se encontró con seis amigos que más tarde le ayudarían a fundar la orden de los Jesuitas.

Con ellos descubrió que a Dios se le encuentra en los necesitados y en todas las cosas.

Esta gran hazaña nos ayuda a ver el mundo desde una perspectiva más completa, en donde trabajando y dedicando la vida a los demás podemos reconocer la huella de Dios en donde quiera que estemos.

¿Cuál es la invitación que Dios nos hace para encontrarlo?

Especialmente Dios nos invita a reconocerlo en:

— Los jóvenes que miran con esperanza el futuro

— La tierra que gime y reclama su curación

— Los pobres, los refugiados y los excluidos que piden justicia

Tú y yo también podemos aprender a discernir la voz de Dios en los sentimientos y deseos de nuestras vidas.

De esta manera Dios nos invita a vivir con alegría y con amor para quienes nos rodean. Tenemos el rumbo de nuestras vidas en las manos, de nosotros depende hacerlas una oblación al Padre.

Dios nos invita a buscarlo y encontrarlo en todas las cosas. ¿A qué conversión?, ¿a qué cambio de dirección te está llamado? Déjanos saber en los comentarios si este video de san Ignacio te ayudó a entenderlo todo mejor.