El amor humano es tan frágil… Puede romperse cuando falta el cuidado y se enfría el alma.
Cuenta una leyenda de los indios sioux que unos novios querían que su amor fuera eterno y le pidieron consejo al brujo sabio del poblado para permanecer siempre unidos.
Buscaban un arma para que su amor fuera siempre igual de hondo, apasionado y verdadero.
Y él les pidió que cada uno por su lado buscara un ave. Él un águila. Ella un halcón. Volvieron a su presencia con sus presas. Él les dijo:
«Atad sus patas con un cordel suave pero firme. Con mucho amor, con mucha ternura, pero un lazo firme».
Así lo hicieron y lanzaron las aves al cielo esperando que volaran en armonía. Pero el halcón y el águila, acostumbrados a volar en soledad, no podían alzar el vuelo.
Con furia se revolvían la una contra la otra tratando de separarse. No lograban alzar el vuelo tirando en direcciones opuestas. Entonces el sabio les dijo:
«Vayan juntos pero no atados como el halcón y el águila».
Unidos siempre, juntos siempre, pero no atados, aunque el cordel que una esté lleno de amor.