Un médico destacado en Virginia recurrió a las drogas para liberarse de un fuerte dolor de cabeza. Las sustancias le trajeron una gran adicción que solo pudo superar al encontrar a Dios.
Lou Ortenzio era admirado por su comunidad debido su gran aporte a la salud de los ciudadanos, sin embargo, él comenzaba a descuidarse.
El doctor trabajaba 16 horas diarias y se aseguraba de que sus pacientes pudiesen recuperar la sanidad.
El doctor era adicto a ayudar a las personas, y mientras sus pacientes recibían los mejores cuidados, el doctor estaba descuidando a sus seres queridos.
Sin embargo, su vida de trabajo se veía en peligro por los fuertes dolores de cabeza que atravesaba; hasta que empezó a tomar drogas para aliviar sus dolencias y poder continuar.
El doctor encontró en las drogas, no solo la fórmula para aliviarse de los dolores, sino que también recibía una sensación de euforia que lo llevaba a hacer cualquier cosa.
La adicción del doctor creció tanto que consumía 40 pastillas al día. Para poder sostener su vicio hacía recetas falsas, y así consiguió gran cantidad de drogas.
La familia de Lou lo abandonó, su matrimonio terminó y su desempeño laboral se redujo considerablemente.
Lou decidió quitarse la vida al verse atrapado por sus problemas, y aunque lo intentó prefirió clamar a Dios.
“Dios, sácame de este lío. Ya no puedo hacer esto. Tienes que hacer algo. Sácame de aquí”, le dijo al Señor.
Al día siguiente conoció a un cristiano que lo llevó a la iglesia, y luego de asistir a varios servicios, la vida del hombre comenzó a cambiar.
Hoy el doctor es un testimonio de que Dios restaura y asegura que solo teniendo al Señor en el corazón comienza el cambio verdadero.