Parece que se ha hecho una mala traducción de lo que significa ser santos y por eso, más de uno se asusta o piensa en la santidad como algo muy lejano, inalcanzable, como un privilegio solo para perfectos, superdotados o mártires sacrificados con la penitencia y el dolor.
La santidad es para todos, es nuestra vocación, porque los cristianos estamos «llamados a ser santos» y esta llamada no duele, ni ha pasado de moda. Santidad es: «Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo».
El amor es lo único que hace que la santidad se mantenga actualizada sin importar ni la época ni las circunstancias. Así sea desde una humilde portería, con una escoba, como lo hizo Martín de Porres, con las redes sociales como Carlo Acutis o con la ciencia como el doctor José Gregorio Hernández.
La meta es la misma, la unión con Dios. De ti depende elegir un camino oscuro y de tierra, o transitar por la «autopista al cielo» disfrutando la gracia de los sacramentos.
Pero ¿cómo vivir este camino de santidad? Te compartimos cinco puntos que debes tener en cuenta para que inicies o continúes esta aventura de convertirte en santo.
1. Revisa tu imagen
Esto es lo primero, mira dentro de ti y observa si tus acciones agradan a Dios. Si no reflejas a Jesús, algo grande debes corregir, porque los santos siempre reflejan la imagen de hijos de Dios.
¿Te preocupas por ayudar a otros?, ¿estás dispuesto a servir sin esperar nada a cambio?, ¿eres testimonio del amor y la misericordia de Dios?
2. Recupera la amistad con Dios
Recuerda que los santos son los amigos de Dios y por eso es fundamental quitar de tu vida todo lo que te aparte de Él y ocupe su lugar. Una buena confesión es necesaria para recuperar la gracia. ¡Además Jesús es el amigo que nunca falla!
3. Habla con Dios frecuentemente
Como hablan los amigos, abriendo el corazón y confiando el uno en el otro. Esa es la verdadera oración que agrada a Dios. Escucha su Palabra y haz lo que Él te dice.
Cuéntale todo con detalles, compártele tus sueños, tus anhelos, tus esperanzas, tus miedos. ¡Él siempre escucha!
4. Elige siempre la mejor opción

Para esto debes estar dispuesto a ser feliz y elegir la riqueza de Dios y no la de este mundo. Felices los que eligen la paz, la justicia, la misericordia, porque eligen la santidad que es lo máximo y reciben el premio que es el cielo.
Sabemos que no es fácil, pero si tienes claro que tu meta es el cielo, sabrás elegir con mayor cuidado.
5. Comparte tu tesoro
La fe, la esperanza y la caridad son tus tesoros, y aumentan mientras más los compartes. Contagiar al mundo de santidad es la fórmula de los santos que se dejan mover por el Espíritu Santo.
Vive todos los días de tu vida dando lo mejor, entregándote a los que te rodean, amando, perdonando y consolando. Has nacido con dones y talentos especiales, ¡aprovéchalos! Y recuerda que ser santo no pasa de moda.