La Eucaristía no es algo. La Eucaristía es Alguien. Quien entiende esta diferencia, entiende lo más importante.
La gente le preguntó a Jesús: “¿Cuáles son tus obras? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: ‘Les dio a comer pan del cielo’”.
El maná que los israelitas comían cada día en el desierto era una prefiguración de la Eucaristía.
Los siete niveles del cielo
Según la tradición judía, el cielo está dividido en siete niveles. Dios está en el nivel más alto. Luego, en el tercer cielo, los ángeles preparan el maná (Talmud de Babilonia, tratado Hagigah 12). Mientras que el maná procede del tercer cielo, la Eucaristía procede del séptimo.
No fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo.
«El Cuerpo de Cristo»: esto es lo que escuchamos cuando recibimos la Santa Comunión. Respondemos “Amén”, que significa “creo”.
No hay ni puede haber para nosotros un mayor regalo de Dios. Es tan hermoso, conmovedor y profundo que las palabras no pueden expresarlo.
¿Cómo comulgo yo?
Cada uno de nosotros tiene su propia experiencia al recibir la Santa Comunión. Pensemos en cómo recibimos a Jesús cuando viene a nosotros. ¿Con qué frecuencia lo recibimos?
Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed.
¿Con qué frecuencia acudo a Dios con mis asuntos? ¿Cómo es mi fe?
¿Creo en Dios, o también me confío a Dios? ¿Confío en Dios? El papa emérito Benedicto XVI dijo recientemente en una entrevista que “sólo la fe libera al hombre de las limitaciones y estrecheces de su tiempo”.
Más que flores
A menudo ponemos flores en la iglesia, frente al altar y delante del tabernáculo. Las flores son un signo de amor a Jesús. Son una respuesta a su amor.
Sabemos bien que Jesús valora más nuestras expresiones personales de amor que las flores. ¿Cómo voy a expresar hoy mi amor a Jesús?