Un tercio de los apóstoles eran hermanos. De hecho, Juan era hermano de Santiago y Pedro de Andrés. En otras palabras: cuatro de los Doce tenían un hermano al que visitar (¡o con el que discutir!).
Ciertamente podemos aprender mucho al reflexionar sobre la decisión de Jesús de elegir miembros de la misma familia para establecer su Iglesia. Esta elección es un mensaje para los padres y, por supuesto, para los hermanos.
La oración a continuación, adaptada de la Biblia, el Catecismo y los discursos del Papa Francisco, pide a Dios que nos ayude a ser hermanos comprometidos con la santidad.
Oración
Padre, te agradezco el regalo de mis hermanos.
Gracias por enseñarme a través suyo.
Así aprendemos a relacionarnos unos con otros,
a escuchar y compartir, a ser pacientes y mostrar respeto, a ayudarnos unos a otros.
A través de mis hermanos me invitas a crecer en cercanía, cuidado y respeto.
Haznos generosos e incansables en perdonarnos unos a otros
por las ofensas, las peleas, las injusticias y negligencias.
Nuestro afecto nos lo sugiere, la caridad de Cristo lo exige.
Inspírame a considerar siempre cómo podemos animarnos unos a otros
al amor y a las buenas obras.
Padre, te ruego por los hermanos que sufren heridas en la familia,
hermanos que no conocen tu misericordia y tu amor,
hermanos que no se vuelven a la Iglesia como madre, hermanos que están separados.
Oro por los hermanos que partieron de esta vida,
incluso antes de nacer en nuestra familia.
Que las oraciones de Pedro y Andrés, Santiago y Juan y todos los demás santos, especialmente los santos hermanos, nos ayuden a acercarnos más a Ti.
Amén.