Cuando actuamos, hablamos, decidimos, vivimos… ¿Cuál es nuestra motivación? Es posible que varias fuerzas nos muevan (no una única) y que las más poderosas vengan de nuestro inconsciente.
Cuántos creyentes quisiéramos hacer las cosas solo por Dios, en quien está puesta toda nuestra confianza, pero nos descubrimos una y otra vez buscando compensaciones y consuelos que nos alejan de su paz.
Es una experiencia que hería profundamente al cardenal Rafael Merry del Val. Este diplomático oró y luchó con fuerza por hacer solo la voluntad de Dios.
Lo reflejan su vida y sus escritos, como esta apasionada oración recogida en el libro El ángel del Vaticano, que se presenta este miércoles en Madrid:
Hermosa Madre, ¿por qué no te he amado como debía?…
Oh, Jesús mío, por favor,
enséñame a odiar desde el fondo de mi corazón todos los aplausos
y la estima de los hombres,
y atrabajar solo para ti, ante tus ojos,
escondido en las profundidades de una vida realmente interior…
Dios mío, ¿por qué no estoy en el infierno? ¿Dónde está tu justicia?
Oh, misterio. A mí me has perdonado, ¡y has condenado a tantos!
Oh, cómo me odio a mí mismo,
no tanto por miedo a tu justicia,
sino porque he pisoteado tu amor y tu misericordia.
María, tómame de la mano y llévame al Calvario. No quiero otro hogar.
En unas notas escritas para sí mismo después de realizar un retiro ignaciano, el diplomático ofrece una inspiradora manera de tratar de agradar a Dios en la vida cotidiana:
Ofrenda de la mañana para una intención pura
He prometido con la gracia de Dios:
No comenzar ninguna acción sin recordar que Él es testigo de ella;
que Él la realiza junto a mí y me da los medios para hacerla;
No concluir ninguna sin el mismo pensamiento, ofreciéndo-
sela como suya;
Y en el curso de la acción, cada vez que se presente el mismo
pensamiento, detenerme un momento y renovar el deseo
de complacerle.
¿Quién es el cardenal Merry del Val?
Secretario de Estado de san Pío X de 1903 a 1914, Rafael Merry del Val nació en una familia tan prestigiosa como modesta la del Papa.
Educado en Inglaterra y en Bélgica, políglota, miembro de la alta aristocracia europea, frecuentaba la élite diplomática del continente.
Su carrera en Roma fue fulgurante. Entró en la Academia de los nobles eclesiásticos, institución que forma a los futuros directivos de la diplomacia vaticana.
Obtuvo dos doctorados (filosofía y teología) en la Universidad Pontificia Gregoriana, y una licenciatura en derecho canónico.
Cardenal a los 38 años
Fue enviado por el papa León XIII a misiones diplomáticas muy delicadas: el jubileo de la reina Victoria, el diálogo con la Iglesia anglicana o la situación de los católicos de Canadá.
Sacerdote de una gran piedad, conjugó agilidad racional en la Curia y disciplina de vida ascética y monacal. Sus obras de caridad con la juventud desfavorecida de Roma son reconocidas por todos.
Fue secretario del colegio cardenalicio en 1903 durante el cónclave que eligió al casi desconocido Giuseppe Sarto, que tomó el nombre de Pío X y al joven Merry del Val por secretario de Estado.
Rafael fue el primer español que ocupó este prestigioso puesto. Sólo tres años después de ser nombrado obispo se convirtió en cardenal, a los 38 años de edad.
No hacer política
La historia de las relaciones entre un Papa y su secretario de Estado (verdadero “primer ministro”) está tan llena de acontecimientos que el entendimiento armonioso y eficaz que reinó entre ambos hombres destaca como una venturosa excepción.
Aunque la historia no fue amable con la Iglesia bajo el pontificado del papa Pío X, la lealtad del cardenal Del Val nunca falló.
Ley de 1905 en Francia que privaba a la Iglesia de sus bienes, persecuciones religiosas en Portugal y en América Latina, crisis modernista,…
A pesar de las dificultades, la política de la Santa Sede fue la de “no hacer política y siempre escoger el camino correcto”.
Cuando Pío X murió en 1914, fue reemplazado por su sucesor Benedicto XV, quien le nombró secretario de la Congregación del Santo Oficio (equivalente actual al de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe), cargo que ocupó durante 16 años.
Retirado de los asuntos políticos de la Iglesia, el cardenal compuso una bellísima letanía de la humildad que recitaba cada día tras la celebración de la misa.