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Que en este día reflexionemos y aprendamos de la Virgen a estar en silencio, poniendo en práctica la virtud de la discreción.

«María guardó todas estas palabras, meditándolas en su corazón». (Lucas 2,19)
En todos los momentos que vivió, en la alegría, en la tristeza, en la salud y en el dolor, María nos enseñó a callar, a amar, a orar y a ser discretos. En el anuncio, en la incertidumbre de si José lo rechazaría o no, en la visitación a su prima Isabel, en el viaje a Belén, en el nacimiento de Jesús, en la persecución de Herodes, en la presentación de Jesús en el Templo, en la educación de Jesús, en la pérdida y encuentro de Jesús, en las Bodas de Caná, cuando comprendió la misión de Jesús, al pie de la Cruz y en el Cenáculo de Pentecostés.

Que nosotros, como María, progresemos en la fe y el silencio.

¡Que Dios los bendiga!