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¿Qué es la fe?, seguro te lo has preguntado en algún momento de la vida, y seguro también alguien más te lo tiene que haber preguntado. Siendo católicos es obvio que sabemos y tenemos claro lo que es la fe. ¿No es cierto?,¿seguros?

Hace pocos días escuché a un sacerdote amigo hacer la misma pregunta. Con una candidez pero a la vez con una intención entre líneas, la de educar un corazón ardoroso de amor, el padre Esteban, nos miraba con ojos traviesos y una y otra vez preguntaba: ¿qué es la fe?

1. La fe es un don

«La fe es un don», contestaba alguno. «La fe es la certeza de la existencia de de Dios», contestaba otro. «La fe es la forma en cómo vivo mi vida». «La fe es creer en un ser superior» (siempre me sorprende escuchar a un cristiano dar esta definición). «La fe es estar seguro de que todo lo que me pasa es por algo». «La fe es creer en lo que no se ve, el resultado de esa fe es llegar a ver lo que crees» (seguro leyó a San Agustín).

En fin, los minutos pasaban, el Padre sonreía y nos seguía mirando con picardía. Algunos se ponían nerviosos, otros incluso enojados. Qué difícil es aceptar que no lo sabemos todo, o que lo que sabemos está equivocado o lo sabemos a medias. Si nuestro corazón pudiera estar abierto siempre a recibir las verdades de  Dios…

El padre Esteban nos puso en duda un momento. Como buen pastor que guía a su rebaño, con paciencia, nos hizo volver a aquella fuente donde el cristiano siempre debería volver para aprender, formarse y despejar dudas sobre las verdades de fe que la Iglesia profesa: El catecismo de la Iglesia católica. Increíble que tengamos un documento tan extenso y detallado como el Catecismo y no sea el primer lugar donde consultemos en el momento de la duda.

2. El deseo de Dios

Volviendo a la fe. ¿Qué nos dice el catecismo? Empieza primero explicándonos, entre otras cosas, que el hombre es capaz de Dios. Que lo religioso es algo natural en el hombre, producto de un deseo impreso en el corazón del hombre por su mismo creador.

«El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y solo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar: (CIC 27)»

En este sentido la fe, que siempre relacionamos con don, efectivamente lo es. Es un regalo de Dios impreso en el corazón del hombre al siempre llama incansablemente. Pero ahí no queda todo. La fe es también acción del hombre. Ese deseo de Dios, necesita una respuesta libre por parte del hombre:

«Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela (cf. DV 5). La sagrada Escritura llama «obediencia de la fe» a esta respuesta del hombre a Dios que revela (cf. Rm 1,5; 16,26), (CIC 143)».

3. La fe es respuesta

Es pues la fe una respuesta libre del hombre hacia Dios. No solo se trata de creer en Dios sino de responderle. Cuando le pedimos a Dios que aumente nuestra fe (pedido que necesitamos hacer constantemente), le estamos pidiendo que agrande esa capacidad de respuesta. Que nos permita responder con mayor generosidad y libertad a ese llamado que Dios nos hace.

La fe no se trata de una creencia estática. Es una respuesta activa. No se trata de decir «creo en  Dios» y me quedo sentado esperando que la vida pase. Si pasan las cosas que pasan, «seguro pasarán por algo». ¡No! Yo tengo acción en la fe. Necesito responder activamente a Dios. Dios me llama de una manera particular, no me dice simplemente que crea en Él, me dice: «Ven y sígueme». Y Nuestra Madre nos lo recuerda: «Id y haced lo que Él os pida».