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Quiero ser uno más, sin que me miren mal por venir de la cárcel”. Es una de las frases más repetidas por los cientos de ex residentes en centros penitenciarios que son puestos en libertad cada año y, sin embargo, no todos lo consiguen.

Durante su juventud, Álvaro Sicán creció en el mundo de las pandillas en Guatemala, pero tras un milagroso episodio, entró al seminario.

Hoy busca dar respuesta a cientos de presos que quieren “ser uno más” desde la Obra Mercedaria y su Hogar de Acogida de Zaragoza.

Frente a “un lugar de marginación”, uno de apoyo para recuperar la vida

El sacerdote explica que actualmente las cárceles son vistas como lugares de exclusión y marginación para todo aquel que pase por ellas. Por este motivo, es normal que muchos de los que son liberados cada año encuentren un rechazo familiar y social que les dificulta retomar su vida como desearían.

Como respuesta a ello ha nacido la Fundación Obra Mercedaria y con ella, los hogares de acogida repartidos por todo el mundo. Sicán, como coordinador del Hogar de Zaragoza, explica que “pretenden ser más que un lugar de paso, donde encuentren el apoyo necesario para retomar su vida”.

A través de la acogida, manutención y asesoría, los hogares buscan que todos los que salen de prisión puedan retomar el rumbo de su vida –también en los ámbitos laboral y familiar– a través de programas de acompañamiento  antes, durante y después de prisión, de prevención, etc.

En el Hogar de Zaragoza, Álvaro Sicán atiende a 100 personas al año

Tan solo por las puertas del Hogar de Acogida de Zaragoza pasan unas 100 personas al año. Una cantidad elevada según Sicán, y a los que “se les cubre las necesidades básicas y otras que vayan surgiendo de acuerdo a las necesidades de cada uno”.

“La manutención de este hogar conlleva una cantidad elevada de dinero, y gracias al apoyo de personas de buen corazón e instituciones públicas y privadas vamos sacando adelante nuestro Hogar Mercedario, aunque no es suficiente para sufragarlo todo”, explica, y asegura que su labor no sería posible sin la aportación de los donantes.

Misas con 300 personas en prisión: “Ven a Dios como una tabla de salvación”

Actualmente, Álvaro Sicán celebra tres misas cada fin de semana, a las que acuden 300 de los 1.500 reclusos de la prisión de Zuera. “Muchos de ellos lo ven (a Dios) como una tabla de salvación, como alguien que les puede ayudar”.

En Zaragoza, los mercedarios tienen la parroquia de la Paz como su principal foco de actividad. De ella surge también el Hogar de Acogida de la Paz, un antiguo dispensario de las monjas con 10 habitaciones. “Su misión es ser hogar para aquellos presos que están de permiso, en tercer grado, libertad condicional y con libertad total”, explica.

“Se les acoge para que tengan un lugar donde vivir, se les da una asesoría… Está dirigido principalmente a los que no tienen recursos, no tienen familia o no pueden tener contacto con ella. Se ha reformado y mejorado mucho”, añade.