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El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha enviado a la cárcel en los últimos días a dos precandidatos presidenciales, Cristiana Chamorro y Arturo Cruz, y busca formas legales de encarcelar a otros, como Félix Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro, que tenían previsto presentarse a las elecciones del próximo 7 de noviembre.

El mandatario ha arreciado la persecución contra quienes podrían desbancarle de la presidencia del Gobierno, y también se ha dirigido contra periodistas y medios de comunicación independientes, que están siendo llamados a declarar ante la Fiscalía.

Esta actitud dictatorial ha sido condenada por organismos internacionales, como la Organización de los Estados Americanos (OEA), y un gran número de países, desde Estados Unidos hasta Alemania, pasando por España.

Voz de la Iglesia

A estas voces se han unido las de algunos miembros de la Iglesia en Nicaragua, como el arzobispo de Managua, que ha publicado un escueto mensaje al respecto. El cardenal Brenes ha reconocido la «inquietud de tantos hermanos, que con tristeza ven cómo muchos de nuestros ciudadanos están siendo llamados e interrogados».

Ante estas prácticas, el también presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua ha pedido rezar por los jueces, que tienen «la delicada misión de impartir justicia», para «que todos ellos se dejen conducir por el Espíritu que siempre nos lleva hacia la verdad» y para «que todos sus juicios y decisiones estén apegados a dicha verdad».

Mientras tanto, su obispo auxiliar, monseñor Silvio Báez –que se encuentra fuera del país después de haber sido amenazado– se mostró más explícito en Twitter, red social en la que publicó el siguiente mensaje: «La situación de #Nicaragua es muy preocupante. La dictadura arrecia la represión cada día y está dispuesta a todo para impedir elecciones libres. No perdamos la esperanza. Creamos en la fuerza de la verdad y de la solidaridad y mantengámonos unidos. ¡Dios bendiga a Nicaragua!».