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Se llamaba Sebastián de 11 años y murió de una manera más que atroz en Ecuador. En la tarde del domingo 17 de octubre, en medio de un asalto a una cafetería y heladería en la zona de Guayaquil, el niño recibió un disparo en el corazón, además de otros en el brazo y espalda.

 “Mi hija estaba en mis piernas y mi hijo a mi lado derecho. Yo alcancé a tirar al piso a mi hija, pero mi hijo por el miedo salió corriendo hacia su mamá; traté de cogerlo y no alcancé. Y cuando lo cogí del pie y lo tiré al piso, ya le habían alcanzado las balas”, expresó el padre de Sebastián.

Sebastián murió en medio de un enfrentamiento entre un policía y delincuentes.  Su caso, que por estas horas seguía en investigación para conocer desde dónde salieron las balas, no hace más que confirmar una situación compleja en cuanto a la delincuencia y la violencia que se vive en Ecuador desde hace tiempo.

Pero también la propia Iglesia, a través del Arzobispado de Guayaquil, había hecho un fuerte llamado a la paz el pasado 21 de septiembre a través de un repique de campanas en los diversos templos.

“Ha sido urgente unirnos en oración y motivar al pueblo creyente a buscar el camino de la reconciliación, dejar de lado resentimientos, el saber dignificar a las personas y estar en contra de las estructuras de violencia que ponen en riesgo la estabilidad de la sociedad y de los valores que representamos como creyentes”, expresó en ese momento el padre Diego Bustamante, uno de los organizadores, tal cual recordaba en una nota la Arquidiócesis de Guayaquil.