Seleccionar página

¿qué es la sequía espiritual?

Muchas veces, sentimos que nuestras oraciones son escuchadas, sentimos que «estamos en sintonía» con Dios, y vemos que obtenemos fruto de nuestras oraciones. Del mismo hecho de rezar surge un consuelo espiritual enorme, y rezar se nos hace «fácil» y gustoso.

Pero hay momentos en los que Dios parece «retirarse», en los que sentimos que nuestras oraciones no son escuchadas, que Dios no presta atención a nuestras peticiones, y ya no sentimos consuelo en las oraciones.

Sentimos que Dios, que es omnipotencia amorosa nos «deja de querer» y se separa de nosotros. Sentimos a Dios lejano y nuestra vida se parece a un desierto, donde no hay nada vivo, donde toda esperanza es calcinada por la indiferencia de Dios.

Esos momentos de «soledad espiritual» de «sequía» son precisamente en los que más necesidad tenemos de Dios y muchas veces corremos peligro espiritual.

¿Cuál peligro espiritual? Amargura, desaliento, desesperanza, que nos pueden llevar a alejarnos más de Dios.

Entonces esta oración es un llamado a la alegría, a no desalentarnos, un llamado a la esperanza y a pedir a Dios, por más que lo sintamos lejano o ausente.

¿Por qué Dios se «retira»?

Dios quiere que lo amemos. Pero no quiere que lo amemos porque nos «da cosas» o porque nos consuela o nos calma.

Quiere que lo amemos porque es un padre amoroso, un padre que en primer lugar nos dio la vida, y luego, todo lo demás.

Si en un momento de nuestra vida nos parece que «no nos da lo que le pedimos», entonces corremos el riesgo de convertir a Dios en un empleado nuestro.

En alguien que está allí para satisfacer nuestros caprichos, y no como el padre que nos da lo que realmente necesitamos y nos hace bien.

Un santo sacerdote me dijo que Dios, ante nuestras oraciones tiene tres respuestas posibles:

— La primera respuesta es «sí». Cuando nos da lo que necesitamos en el momento que lo pedimos, es la más frecuente y normal.

— Luego, la segunda respuesta es «todavía no». Porque no nos conviene todavía, porque quiere que seamos más insistentes en la oración, porque necesitamos ser más agradecidos con todas las necesidades que nos regala cada día.

— Y la última respuesta que nos da el Buen Dios es «tengo un plan mucho mejor». Dios nos conoce más íntimamente que nadie, y conoce cuáles son nuestras necesidades, incluso mejor que nosotros.

Muchas veces le pedimos algo que Él en su infinita sabiduría, sabe que no nos conviene, y no nos lo da. De modo tal que nos da algo mejor, mucho mejor que lo que le pedimos.

Lo que tenemos que saber hacer es reconocer que eso que pedíamos tal vez no nos convenía. Y que nos convenía una cosa diferente, una cosa que en el largo plazo y teniendo mirada sobrenatural, conviene más a nuestra salvación eterna, que es la mirada de Dios.