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Las palabras que utilizamos en nuestras conversaciones cotidianas tienen un gran poder, sean en las redes sociales, al teléfono o en persona. Pueden hacer crecer o destrozar. Como cristianos, es nuestra responsabilidad usar el lenguaje de modo que motive a nuestro prójimo en lugar de hundirlo.

El venerable Luis de Granada, un sacerdote dominico del siglo XVI, dio este consejo en un libro acertadamente llamado The Sinner’s Guide (La guía del pecador). En él, da el plan paso a paso para los pecadores que quieren empezar a practicar la virtud y ser liberados de la esclavitud del pecado.

Explica que las palabras tienen un gran poder que deberían usarse sabiamente.

Sagradas Escrituras

He aquí un tema sobre el que hay mucho que decir, porque se nos dice en las Sagradas Escrituras que “la muerte y la vida dependen de la lengua.” (Pr 18, 21). A partir de aquí podemos darnos cuenta que la felicidad o la miseria de cada hombre depende del uso que hace de este órgano.

Esto quiere decir que tenemos que tener en cuenta el impacto que cada palabra que usamos tendrá, sea en una conversación o en un comentario online.

En relación al primer punto, lo que decimos, recordar el consejo del apóstol: «No profieran palabras inconvenientes; al contrario, que sus palabras sean siempre buenas, para que resulten edificantes cuando sea necesario y hagan bien a aquellos que las escuchan. En cuanto al pecado carnal y cualquier clase de impureza o avaricia, ni siquiera se los mencione entre ustedes, como conviene a los santos.Lo mismo digo acerca de las obscenidades, de las malas conversaciones y de las bromas groseras». (Ef 4, 29 y 5, 3-4).

Sobre todo, recuerda mantener la conversación encaminada hacia una meta positiva, no usándola como un medio para derribar a alguien, sino para elevarlo.

Por lo tanto, no basta con que nuestra conversación sea buena en sí misma; debe estar dirigida a algún fin bueno, como la gloria de Dios o el beneficio de nuestro prójimo.

Con estos consejos espirituales en la mente, seremos capaces de reconsiderar la proxima vez que queramos decir algo malo sobre otro.