“Si te has decidido a servir al Señor, prepárate para la prueba. Conserva recto tu corazón y sé decidido, no te pongas nervioso cuando vengan las dificultades”, dice la Biblia
Todos, en algún momento de nuestras vidas atravesamos situaciones muy difíciles, para las que no estamos preparados y no sabemos cómo salir de ellas.
No creas que por escribir mis libros y estos artículos en Aleteia me veo libre de ellos. Al contrario, soy probado a menudo con más fuerza y rigor.
Estoy claro en esto: “Somos discípulos de un crucificado, no esperes que te traten mejor que a Él.”
Incomprensiones y sufrimientos
El mundo no comprende a los seguidores de Jesús. ¿Quién puede comprender eso de perdonar siempre, sobre todo a tus enemigos? No es un plato fácil de pasar. A veces el daño que nos hacen es tan grave que cuesta muchísimo perdonar y olvidar.
Igual ocurre con los malos momentos. Suelen ser inesperados y nos llenan de tribulación y pena.
Para mí la Biblia es una fuente inagotable de respuestas. Cada vez que tengo dudas, busco en la Biblia que tengo en casa, al lado de mi cama, al alcance de la mano. Y luego reviso el Catecismo de la Iglesia católica.
La prueba
Recuerdo hace unos años que atravesé una situación muy desagradable. Me acusaban injustamente y yo rezaba y le decía a Dios: “Trato de servirte, ¿por qué me ocurre esto? No tiene sentido».
Salí al patio interior de mi casa y me senté en una banca a rezar el Rosario, la oración más cristocéntrica que existe.
¡Fue increíble! A medida que rezaba me inundaba una gran paz y podía pensar con serenidad. Ahora sabía lo que debía hacer y quién tenía las respuestas que necesitaba.
Acudí a mi Biblia en busca de una solución. Lo que encontré me dejó de una pieza, maravillado, arrepentido de haberme quejado tanto:
«Si te has decidido a servir al Señor, prepárate para la prueba. Conserva recto tu corazón y sé decidido, no te pongas nervioso cuando vengan las dificultades. Apégate al Señor, no te apartes de él; si actúas así, arribarás a buen puerto al final de tus días. Acepta todo lo que te pase y sé paciente cuando te halles botado en el suelo. Porque, así como el oro se purifica en el fuego, así también los que agradan a Dios pasan por el crisol de la humillación. Confía en él y te cuidará; sigue el camino recto y espera en él”.
La oración te lleva a confiar
Ahora lo comprendía todo. Acepté los sufrimientos y los ofrecí a Dios por la conversión de los pecadores, por aquellas personas que injustamente querían lastimarme.
“Señor”, le dije, “Confiaré en ti”.
Al final todo se solucionó de la mejor manera. Fue una experiencia de fe, maravillosa, de la que extraje una gran enseñanza.
¿Puedo pedirte un favor? Reza por nosotros. En Aleteia rezamos por ti y tus necesidades.
¡Dios te bendiga!