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¿Por qué el sacerdote besa el altar? Aquí hay 3 razones

¿Por qué el sacerdote besa el altar? Aquí hay 3 razones

hay 3 razones, según las cuales el altar es la mesa de los sacrificios y el lugar sagrado donde se celebra la fiesta de Pascua.

En el rito católico, es un acto obligatorio al inicio de la misa. Además, el beso en el altar es un acto de veneración en tres niveles:

Sacrificio de cristo

Al celebrar la Eucaristía en el altar, en él se conmemora el Sacrificio de Cristo. Y, por veneración a él, el lugar transformado en santo es besado en presencia de su Cuerpo y su Sangre.

Mártires y santos

A partir del año 517 se acostumbra tener reliquias de santos en el interior de altares de piedra. Besarlo también venerará la vida o martirio del Santo cuya reliquia está presente.

Sacrificio viviente

Quienes participan en la Santa Misa pueden presentar ofrendas en el altar para participar en esta conmemoración. Esto se refleja en el momento del ofertorio, en el que se lleva al altar el pan y el vino que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. El altar luego besa por veneración, por el gesto de los fieles al entregarse como sacrificio vivo.

¡Ahora sabemos por qué el altar es el espacio central de la liturgia! 

Las distracciones, la aridez y la acedia a la hora de rezar

Las distracciones, la aridez y la acedia a la hora de rezar

El Papa ha dedicado la audiencia general de este miércoles a desenmascarar «algunas dificultades muy comunes, que deben ser identificadas y superadas», a la hora de hacer oración. Francisco ha partido de la idea de que «rezar no es fácil. Hay muchas dificultades».

La primera de ellas es la distracción. «Todos experimentamos este continuo remolino de imágenes y de ilusiones en perenne movimiento», ha reconocido el Santo Padre, que ha pedido combatir las distracciones con la virtud de la vigilancia.

«A menudo Jesús recuerda a los discípulos el deber de una vida sobria, guiada por el pensamiento de que antes o después Él volverá». Pero «no conociendo el día y ni la hora de su regreso, todos los minutos de nuestra vida son preciosos y no se deben perder con distracciones», ha explicado el Pontífice, quien ha calificado de «bienaventurados» a quienes el Señor «encuentre concentrados en lo que realmente importa».

Aridez inexorable

El Papa también ha advertido contra la aridez, que aunque «no sabemos cuáles son las razones» de su aparición –«puede depender de nosotros mismos, pero también de Dios»–, hay que ser conscientes de que es una realidad inexorable.

«En la experiencia de la fe» pueden «alternarse momentos en los que todo es fácil, mientras que otros están marcados por una gran pesadez». Esto hay que asumirlo, «el peligro es tener un corazón gris y eso es algo terrible […] El corazón debe estar abierto y luminoso».

Muerte del alma

La última dificultad contra la que se ha pronunciado Francisco es la acedia, a la que ha definido como «una auténtica tentación contra la oración y, más en general, contra la vida cristiana». Es más, «puede conducir a la muerte del alma».

Ante este peligro, ¿qué hacer?, se ha preguntado el Papa. Y acto seguido ha respondido: «El verdadero progreso de la vida espiritual no consiste en multiplicar los éxtasis, sino en el ser capaces de perseverar en los tiempos difíciles. Camina, camina, camina y, si estás cansado, detente y vuelve a caminar con perseverancia». «¡Los creyentes no apagan nunca la oración!».

Por último, el Pontífice ha recordado la figura bíblica de Job y ha explicado que, «a veces, protestar a Dios es una forma de rezar. Enfadarse con Dios también es una forma de oración». De la misma forma que «los hijos se enfadan con el padre». Dios no hará oídos sordos, sino que «recogerá nuestras expresiones más duras y más amargas, y las considerará como un acto de fe, como una oración».