Marcellus Whitehead fue dado de alta en el hospital, luego de recibir un disparo en la cabeza hace cinco meses.
La madre del chico, Marcella Thompson, dijo que la recuperación de su hijo tiene que ver con un milagro del Señor.
Además, manifestó estar agradecida de estar de nuevo con su hijo en su hogar: «Se siente muy bien tener a mi bebé de regreso en casa. Se siente bien tener a mis cuatro hijos juntos de nuevo».
Marcellus recibió dos disparos, uno en la cabeza y uno en la pierna, cuando regresaba de una tienda junto a su hermano.
El chico desafió todos los pronósticos de supervivencia, ya que sufrió una lesión cerebral traumática, cinco cirugías, meses en el hospital y una temporada en rehabilitación.
Marcella ora por la recuperación total de su hijo, ya que producto de las afectaciones cerebrales no habla y quedó en silla de ruedas.
Sin embargo, la madre apunta que su hijo es un verdadero ejemplo de lucha: “No se rinde. Definitivamente es el verdadero significado de un luchador».
La policía ha dicho que el tiroteo que afectó al niño lo produjo un joven de 19 años llamado Harris Jr.
La madre de Marcellus asegura que perdona a Darius pese al daño que cometió: “Todavía perdono a Darius. No estoy enojada con Darius, estoy enojada con la sociedad, estoy enojada con los padres”.
El próximo 19 de noviembre, cristianos de África, Asia y América se unirán para adorar juntos a Jesús. El evento anual será el segundo realizado por parte de la Adoración de las Naciones de Discípulos Globales.
El evento comenzó en 2020, durante lo peor de la pandemia del Covid-19. “Cuando no pudimos reunirnos en persona, se nos ocurrió la idea de hacerlo en línea. Vimos lo mucho que significaba para nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo en 52 países diferentes», explicó Tim Bentch.
Igualmente, agregó que: «También significó mucho para las personas aquí que se conectan con Discípulos Globales u otros que se enteraron. Experimentaron cómo es la adoración en las aldeas de África, India y Nepal”.
Asimismo, aseguró que gran parte de la adoración proviene de las áreas menos alcanzadas del planeta y de personas que se han convertido recientemente en cristianas. «Muchos han soportado el sufrimiento durante el año pasado a causa de la pandemia, la guerra o la persecución», dijo.
Sufrimiento de los cristianos
Bentch también contó la historia de un amigo en Myanmar. “Tuvo que huir de su casa, porque probablemente lo habrían arrestado si se hubiera quedado. Tuvo que huir a un país vecino y dejar atrás a su familia. Sin embargo, compartió una canción de adoración un día en línea, porque tenía una buena conexión con el lugar al que iba», afirmó.
Historias similares de cristianos suceden en Nepal y Etiopía. Donde cantaron lamentos y alabanzas a Dios después de perder amigos y familiares a causa del Covid-19.
Por último, Bentch añade que: “Así que durante la Adoración de las Naciones, en realidad vamos a reflexionar un poco. Tenemos algunos testimonios de personas que han pasado por sufrimientos y persecuciones el año pasado. Luego vuelven a decir ‘Sin embargo, confiaré en el Señor. Y sin embargo, lo alabaré’”. concluyó.
Para participar en la adoración, puede registrarse al evento Nations Worship de forma gratuita en línea o en persona aquí. La transmisión en vivo comenzará a las 7:30 pm hora estándar del este el viernes 19 de noviembre. También puede ver el evento más adelante si se lo pierde en vivo.
O también puede asistir en persona a Dove Westgate Church en Ephrata, Pennsylvania.
Un joven que escuchó voces durante tres años continuos, fue curado por el Señor a través de una mezcla entre tratamientos médicos y la fe.
Las voces le decían al joven que era tonto, que no lo lograría y que no era bueno.
Ante la difícil situación del chico, su pastor y sus padres decidieron ponerlo en tratamiento con el Dr. Don Colbert.
Colbert y su esposa, Mary, compartieron la historia del joven con el Dr. Steve Greene en un episodio reciente del podcast de Greenelines en Charisma Podcast Network.
“Escuchó diferentes voces durante todo el día», expresó Colbert. «Lo vi una vez hace unos seis meses. Lo pusimos en un buen programa nutricional para disminuir la inflamación en el cerebro, les quitamos el gluten, todos los alimentos inflamatorios, y lo hizo mucho mejor”, indicó.
El psiquiatra contó que las voces habían disminuido, pero seguía escuchándolas a lo lejos. Así que el doctor decidió practicarle una terapia basada en el trauma.
«Descubrimos que no se había perdonado a sí mismo», dijo el médico. «Estas voces le hicieron tan condenado que, literalmente, no podía perdonarse a sí mismo. Pensaba que era tonto. Pensaba que no era bueno. Se sentía condenado».
Pecado imperdonable
Colbert intuyó que el chico estaba escuchando una voz que le decía que había cometido el pecado imperdonable. Cuando se lo dijo, el joven afirmó con sorpresa.
El psiquiatra explicó que esto ocurre generalmente con las personas que escuchan voces.
Asimismo, Colbert le dijo que esas voces mentían cuando lo condenaban.
Luego de 10 minutos, las voces del chico desaparecieron, y los padres pusieron sus manos sobre el joven y le oraron mientras recibía el espíritu santo.
Cuesta aceptar la soledad no deseada y abrazar las dificultades que la vida pone ante mis pasos.
Mi corazón no quiere lo que duele, no busca lo que da miedo, no sueña lo que no me alegra.
Y me enojo con ese Dios que no hace realidad ni mis planes, ni mis anhelos. Y se lo he pedido tantas veces. Una vida concreta, unos sueños precisos, un lugar fuera de mí que llegara a ser mío.
He querido atar los mares para navegar mi rumbo sin temer las tormentas. He intentado detener las estrellas en medio de mi firmamento para alumbrar mis pasos.
He pretendido hacer la vida a la medida de mis abrazos cuando los abro mirando el universo.
Y siento el dolor cuando vivo lo que no he elegido o sufro lo que nunca he querido. Cuando me hiere el desamor o el desprecio y el abandono se adentra en mis entrañas, rompiendo mi carne.
Tengo la huella de Dios
Tengo sobre la piel la marca de un amor infinito.
No sé cómo ese Dios contra el que me rebelo me dejó su beso en algún momento. Cuando nací solo y sufrí al cruzar el vértigo que separa el útero materno de la tierra desangelada que hoy habito.
Y en ese saltar a la vida sin previo aviso una mano silenciosa y sagrada sostuvo mi miedo más íntimo y me mostró un horizonte más amplio ante mis ojos.
Entre lágrimas me abrí paso hacia la vida y esperé un abrazo infinito, en manos de madre.
Ella sostuvo temblando los primeros momentos de la vida que no era un derecho, siempre fue un don inmerecido.
Y así me sigue costando la vida cuando experimento el abandono, la renuncia o la pérdida. Esa soledad no deseada mirando al mar.
Llamados a la comunión
Aun así me resisto a aceptar que mi vocación sea la soledad, es todo lo contrario. Como comentaba Sor Verónica, fundadora de Iesu Comunio:
«Uno no es sin la suma de sus hermanos. Somos un solo cuerpo en Cristo Jesús. Mirad cómo se aman. La comunión es misión. Querernos es una bomba para este mundo frío y solitario».
El que ama nunca está solo. El que se abre a su hermano y forja un vínculo, alza la mano, arriesga un paso en busca de una intimidad que provoca tensión, o miedo a un rechazo que el alma no desea.
Una amistad desde Dios que me hace luz y fuego enmedio del frío de las noches.
Y me lanza al vacío que viven tantos que amándose se sienten solos, entregando sus vidas tocan la frialdad de no sentirse escuchados, ni amados.
Y desean ser queridos por alguien que no quiera cambiarlos y los acepte en su originalidad.
Sueñan con tocar el amor en su corta vida, un amor eterno. Un amor distinto al mío, sin mis pretensiones, sin mis prejuicios.
El amor lo cambia todo
Just Life | Shutterstock
Leía el otro día:
«Llevaba treinta y cinco años sintiéndome solo en este planeta, y un buen día tú apareces de la nada y de repente lo entiendo. – ¿Qué es lo que entiendes? Hizo un gesto de negación y se encogió levemente de hombros. – El amor».
El encuentro humano provoca un cambio en mi alma que me abre a mi hermano.
Saberme amado de repente, súbitamente, cuando menos lo esperaba lo cambia todo a mi alrededor.
Y entonces mi historia cobra un sentido. Y se abre una puerta que yo mismo antes cerraba por miedo, por angustia, atando los cabos sueltos de mi pasado.
Es esa la puerta sagrada que vela mi alma para que no se exponga nunca al rechazo, ni al olvido de nadie.
Y entonces, al verme amado en mi verdad, tal como soy, la soledad estalla en mil pedazos.
El que ama nunca está solo
No está nunca solo el que ama, el que se vincula rompiendo sus temores, el que sale de sí mismo venciendo su prudencia y pudor.
El que se expone en su verdad sin temer el abandono. El que ama y se ha sabido amado antes por Dios, por alguien, por un amor humano limitado y pobre que refleja vagamente el amor eterno de Dios en su vida.
Puede amar aquel que tiene su amor más seguro en ese Dios que camina a su lado.
Nada lo perturba porque de esa forma ya no siente que la vida se pueda perder en medio de tantos pasos dados por los caminos.
Y así ya no estoy solo aunque esté solo o acompañado de extraños o conocidos. Ya nunca camino solo aunque el silencio me aturda los oídos.
Ya nunca estaré solo, ni en la hora de mi muerte porque la mano de Dios sostendrá mis tímidos pasos.
Incluso cuando camine cansado al borde del abismo. El amor es más fuerte y la vida anclada en corazones asciende de forma más liviana hacia el cielo.
Quiero besar la soledad que habito. Porque en ella me hago hombre, hijo, hermano, padre. En ella soy más de Dios y más de los hombres.
Beso esa soledad que todo hombre vive, sea cual sea su camino y comparta sus pasos con quien los comparta.
Pero cuando vivo la soledad entrelazada en gestos de amor todo cambia. No son mis planes los que me definen, sino mi sí alegre y fiel al camino que Dios me señala. En Él encuentro la paz y sonrío.