“Cuando el sacerdote ofrece a Jesús en el altar y lo lleva a algún lado, todas las personas deberían doblar las rodillas y rendir al Señor, al Dios vivo y verdadero, alabanza, gloria y devoción”.
San Francisco de Asís
Sé que te lo han dicho muchas veces, también de niño lo escuchaste, en tus clases de catecismo, pero te lo recuerdo hoy con mucho cariño:
Hay tres disposiciones básicas para recibir a Nuestro Señor:
ESTAR EN GRACIA DE DIOS
Antes de recibir dignamente la Sagrada Comunión debes estar libre de pecado grave, esto es fundamental.
Para ello necesitas tener conciencia de si has cometido pecado mortal, saber cómo ensucia tu alma. Te pone en riesgo pues podrías perder tu eternidad en el cielo y te aleja de Dios.
Puedes vivir en gracia, ayudado por los sacramentos, que te fortalecen espiritualmente y te ayudan a conservar tu amistad con Dios.
Pero, debes tener claro… no puedes comulgar en pecado mortal. Y no es algo nuevo…
Las Sagradas escrituras nos hablan sin rodeos de ello. Por favor lee despacio estas palabras:
«Fíjense bien: cada vez que comen de este pan y beben de esta copa están proclamando la muerte del Señor hasta que venga. Por tanto, el que come el pan o bebe la copa del Señor indignamente peca contra el cuerpo y la sangre del Señor. Cada uno, pues, examine su conciencia y luego podrá comer el pan y beber de la copa. El que come y bebe indignamente, come y bebe su propia condenación por no reconocer el cuerpo. Y por esta razón varios de ustedes están enfermos y débiles y algunos han muerto».
¡Confiésate!
Todos somos pecadores. ¿Qué hacer entonces? Te doy un consejo, uno muy sencillo y he visto los grandes beneficios espirituales que ha traído a tantas personas que lo han seguido. Busca un sacerdote y confiésate.
Una buena confesión sacramental restaura tu amistad con Dios y te devuelve la paz.
No tengas miedo de confesarte, el sacerdote no te va a juzgar y debe guardar en secreto todo lo que digas. Y los beneficios que vas a recibir son grandes.
En Aleteia te explicamos por qué debes confesarte con un sacerdote.
Nos faltan dos disposiciones también importantes:
GUARDAR EL AYUNO EUCARÍSTICO UNA HORA ANTES DE COMULGAR
Esto no incluye tomar agua o medicinas.
SABER A QUIÉN RECIBES
Cada vez que leo esta disposición, me lleno de una gratitud difícil de explicar. Para saber a quién recibimos basta abrir nuestras Biblias:
“Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman; esto es mi cuerpo»”
MATEO 26
Ahora mira de nuevo al sacerdote mientras hace la consagración y medita las palabras de Jesús: “Esto es mi cuerpo”.
Un informe del Pew Research Center, reveló que la mayoría de los estadounidenses abrazan la existencia del cielo. Algunos otros creen que quienes rechazan la existencia de Dios de alguna manera todavía pueden llegar allí.
Con las estadísticas religiosas cambiando drásticamente en los últimos años, este nuevo análisis, encontró que el 73% de los estadounidenses cree en el cielo y el 62% cree en el infierno.
Curiosamente, Pew dijo que las cifras son similares a la última vez que la organización hizo estas preguntas en 2017, lo que no muestra una gran disminución en las percepciones generales del cielo y el infierno.
Entre los que creen en el cielo y el infierno, la creencia generalizada es que el cielo es un lugar libre de dolor y problemas. Mientras tanto, casi uno de cada cinco estadounidenses (17%) no cree en absoluto en la otra vida.
En general, el 39% de los estadounidenses piensa que alguien que no cree en Dios puede ir al cielo, y solo el 32% dice que esa persona «no puede ir al cielo».
Además, se reveló que los evangélicos son la cohorte cristiana más propensa a creer que una persona debe creer en Dios para llegar al cielo. Un 71% de los encuestados acepta ese ideal. Solo el 21% de los evangélicos dice que una persona que no cree en el Señor puede llegar al cielo.
Por otra parte, los católicos son la cohorte cristiana con más probabilidades de creer que una persona que no cree en Dios puede ir al cielo, casi siete de cada 10 adoptan esa noción. Solo el 20% de los católicos cree que una persona que rechaza a Dios «no puede ir al cielo».
Un policía cristiano evitó el suicidio de una mujer que estuvo a punto de saltar de un puente en la ciudad Volta Redonda, Brasil, el pasado sábado.
El policía, Leandro Silva Melo, caminaba con su familia cuando divisaron a la joven intentando lanzarse del puente Pequetito Amorim.
Leandro fue valiente e intentó salvar a la suicida apenas la vio.
El hombre comenzó a orarle a Dios para evitar la muerte de la joven. Posteriormente, en el momento más oportuno la inmovilizó y la sacó del puente.
Cuando vi a esa mujer colgada, no lo pensé dos veces. En ese momento, Dios me habló: “Salva esa alma que está afligida”, dijo Melo a la emisora 93 FM.
Un equipo del Servicio Móvil de Atención de Emergencias (SAMU) se apersonó en el lugar de los hechos y le brindó ayuda psicológica a la joven.
El policía asegura que mantiene su compromiso con el respaldo de la seguridad ciudadana. Asimismo, dijo que pese a tener un compromiso ese día, lo más importante es la vida.
“Cuando me uní a la Policía hace 15 años, juré defender a la sociedad, incluso sacrificando mi propia vida. Así lo hago hasta hoy, salgo de casa, incluso cuando estoy fuera, con la intención de, si es posible, ayudar a alguien”, concluyó.
Este año varias veces me topé con la palabra «promesa» y la verdad es que lo que me sucedió tal vez te esté pasando a ti y por eso me animo a compartirte esta reflexión. Ya fueron muchas «dosidencias».
«Dios, me pides algo imposible»
Hace unos años estaba saliendo de una experiencia vocacional en un monasterio, y allí sentada, sentía que Dios me pedía estar en el mundo, con jóvenes, alegres, abiertos a sus maravillas, caminando juntos con Él.
Me incomodó mucho, porque me parecía imposible: «Dios, yo ni amigos tengo, no conozco jóvenes» (ahora que lo pienso, era quizá como se sintió María cuando le respondió a Dios: «¿Cómo voy a ser madre si no conozco varón?»).
¡Así de inalcanzable era para mí la idea de compartir con jóvenes! Sí, muy lindo, pero dede mi perspectiva, irreal. ¿Quería Dios burlarse de mí?
Pasó algún tiempo y empecé a ser invitada a programas con jóvenes de varios países, misiones hermosas.
Cada vez parece que se suman más amigos y encuentros que me hacen pensar: «Dios no me estaba “mandando” lograr eso, más bien me lo estaba “prometiendo”».
Sus promesas son más grandes que nuestros miedos
¡Eran sus promesas, no mandamientos! Eran sus regalos, no mis esfuerzos. Dios no pone un deseo en nuestro corazón para atormentarnos o por simple diversión.
No tenía que demostrarle a Dios que podía hacerlo. No tenía que cambiar para merecer eso, eso que Dios me regalaría me iba a cambiar.
Justo hace poco, mientras hablaba con un sacerdote de cómo antes me sentía más confiada, me dijo: «Oye, eso que me cuentas, me huele más a promesa que a lamentación».
Solo semanas después me animé a preguntarle por qué lo decía y me respondió: «Sí, a veces ese lamento por lo que quisiéramos tener… es el Espíritu de Dios diciéndonos que lo vamos a tener, pero debemos pedírselo y confiar».
«Dios no pide que no temas: te promete que no tendrás que temer»
Esta frase de Sadie Robertson me conmovió profundamente. Ella dice que viviendo con ansiedad se dio cuenta que Jesús en la Biblia no nos «mandaba» a no temer, sino que nos prometía que no deberíamos temer porque: «Estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo».
Cuántas veces leemos la voz de Jesús como un loco exigente que nos pide más y más de lo que no podemos dar.
Me pide confiar y vivo con ansiedad, me pide perdonar y he sufrido tanto, me pide caminar en comunidad y soy antisocial, me pide dar lo mejor en mi trabajo y yo procrastino, me pide confiar y vivo con depresión…
¿Y si empezamos a escuchar a Jesús con una voz de promesa y no de condena?, ¿y si empezamos a confiar más en su gracia y menos en nuestras debilidades?
Hoy te animo a pensar en qué te inquieta, qué es eso que ves como imposible o como una tarea inalcanzable.
Cuando lo tengas en mente reflexiona: ¿veo a Dios como un castigador o como un padre que cumple sus promesas?