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¡Una Biblia para disléxicos es desarrollada por un hermano!

¡Una Biblia para disléxicos es desarrollada por un hermano!

Un desarrollador cristiano creó una Biblia en video, especial para personas con dislexia y para niños muy pequeños para leer.

El desarrollador, Dave Pillow, le dijo a The Christian Post: “Tenemos un corazón por la Iglesia en todo el mundo. Tenemos un corazón para el Señor y nos sentimos llamados a esto”.

Continuó: “Creo que queremos que la gente conozca mejor a Jesús y que Dios los ama. Vimos que había una necesidad, por lo que queríamos brindar a las personas un mejor acceso a la Palabra de Dios”.

La video Biblia próximamente estará disponible en una aplicación, mientras tanto, las personas pueden disfrutar de esta versión en su sitio web.

Una herramienta poderosa

Pillow indicó que la Biblia en video ya está ayudando a personas con dificultades para la lectura: “Mi vecino dijo que cuando uno envejece, es más difícil concentrarse. Entonces, le está ayudando, indicó.

Además, indicó que muchos cristianos ya han valorado este nuevo formato bíblico: «Hemos recibido reacciones abrumadoramente positivas en YouTube y en el sitio web».

“Creo que en un mundo impulsado por videos, las personas tienen la oportunidad de participar en la Biblia en la forma en que se dirigen a los medios de comunicación», expresó el desarrollador.

El desarrollador dijo que en Estados Unidos, 75 millones de ciudadanos tienen dificultades para leer, 35 millones son disléxicos y 54,1 millones de personas de la tercera edad les resulta difícil leer la Biblia.

Para Pillow, las personas con dificultades para la lectura procesan la información de manera diferente y merecen la oportunidad de participar y leer el plan de Dios.

El desarrollador instó a las personas a seguir leyendo su Biblia de mano, ya que asegura que la Biblia en audio no reemplaza a la versión escrita.

The Video Bible, es una iniciativa de colaboración financiada por crowdfunding, y ha sido apoyada por grupos cristianos como Biblica, YouVersion y The Gospel Coalition.

¿De que forma nos escoge el Señor?

¿De que forma nos escoge el Señor?

Jesús no me llama por mis talentos. No mira a su alrededor buscando a los más capacitados.

Sé que me llama y elige después de mirar dentro de mi corazón. Y si ve que estoy abierto y dispuesto a seguir sus pasos, me nombra.

No sé cómo pero algo debió ver en mí, algo bueno que yo mismo desconozco. Yo me comparo, miro a otros, veo talentos más valiosos, más capacidades.

¿Qué hago aquí yo siguiendo sus pasos? ¿Para qué me ha llamado a mí?

Valgo tal y como soy

BABY FEET

Busco en mi interior buscando talentos ocultos que justifiquen la elección.

Quiero demostrarle al mundo que tiene sentido su llamada. Que valgo, que tengo un talento especial, un don que nadie tiene.

¡Cuánta pobreza en mi mirada! ¿Acaso Dios tiene que justificar por qué me llama? ¿Tiene que darle explicaciones a alguien por haberme llamado?

No, para Él soy valioso tal como soy, en mi pobreza, en mis pecados, en mis debilidades.

Eso es lo sorprendente que siempre de nuevo toca mi corazón. Soy apóstol por vocación, enviado por su amor y quiere Jesús que lo siga y me lance a la vida sin temor.

Quiere que sea fiel a mí mismo, a la verdad de mis pasos.

¿Qué me hace valer?

Y yo rebusco continuamente dentro de mí queriendo valer. Que vean que valgo, que tiene sentido mi llamada, mi existencia.

Y descubro dones dentro de mí que Dios ha sembrado. No me comparo con nadie. Valgo por lo que soy.

No por mis logros y conquistas, por mis cargos y títulos, o por mi carrera profesional, ni por el éxito de mis empresas.

No porque siempre me vaya bien, y logre una vida inmaculada y sin mancha.

Responder a su llamada independientemente del fruto

SEMI

A veces veo talentos que no sabía que tenía y pienso, torpemente: por eso me llamó. Pero ¡qué necio soy! No me entero de nada.

No me llamó por ese talento que parece tocar los corazones, no me eligió porque viera que conmigo iba a hacer fecundo su reino.

No es mi reino, es el suyo, no me necesita tanto como creo. Solo soy asalariado y me dejo la vida en su mies, haya fruto o no lo haya.

Puede incluso que algún día no pueda entregar ese carisma que Dios sembró en mi alma. Ese don mío parece perderse y aun así no me llamó por ese talento que da vida a otros.

La vocación de Simón

Recuerdo la vocación de Simón el zelote. ¿Por qué eligió a un hombre violento de esa secta que quería imponer el poder de Dios por la fuerza?

Lo he escuchado muchas veces, uno de los doce, de los más cercanos. Venía de una secta judía que tenía la violencia armada como método de lucha. Me cuesta entenderlo.

En la serie Chosen muestran cómo Simón cree que Jesús lo llamó por su capacidad para la lucha, por la preparación que tenía para enfrentar a los romanos con la fuerza y la estrategia.

¡Qué lejos estaba de la verdad! Jesús se lo confirma, no lo llamó por eso, no necesita su violencia, ni sus métodos.

Lo llamó simplemente porque quiso y porque algo vio en su corazón. Bondad, verdad, honestidad, generosidad. No lo sé. Algo que sólo Dios veía, tal vez ni siquiera él podía reconocerlo.

Pero lo quiso a su lado, ahora con métodos pacíficos. Tuvo que cambiar para hacerse discípulo.

Tuvo que desaprender lo aprendido cuando creía que estaba haciendo la voluntad de Dios en su vida.

Dios sabe a quién llama y a qué

Ya no pretendo conocer a Dios. Él tiene sus caminos, sabe cómo elegir a los que ama.

No busca los talentos más vistosos. Incluso llama a seguir sus pasos en el sacerdocio a personas que en otros ámbitos del mundo hubieran brillado y hecho mucho bien.

Entonces, ¿por qué desperdiciar esos talentos? No lo sé, sólo Dios lo sabe. Él tiene sus formas, sus caminos, su verdad.

Yo sólo me pongo en sus manos como apóstol. Le doy mis talentos, los que brillan, también los más ocultos.

pongo a su servicio también mi impotencia, mi debilidad, mi pobreza, mi pecado.

Sólo Dios sabe cómo va a utilizar mi sí.

Entregarse a Dios con humildad

CANDLE

Yo sólo tengo que ser más humilde y manso de lo que soy. Aceptar que no será a mi manera, sino a la suya, que no será como yo quiero, sino como Él desea.

Viviré humillaciones que me harán más humilde. Es lo más rápido. Aprenderé a vivir de su mano y no apoyado en mis capacidades humanas.

Él sabe lo que me conviene y el reino de Dios crece de su mano, no de la mía. Me hace más humilde pensar que no soy yo.

Siempre es Él sirviéndose de mi sí, de mi generosidad, de mi entrega silenciosa. Sin pretender cargos, ni puestos, ni trabajos de acuerdo con mi capacidad. Como si pensara que soy más valioso.

Allí donde Dios me ponga seré útil. No importa lo que haga. No pasa nada si no necesita ninguno de mis talentos o dones. Es según su camino, no según el mío.

Aceptar que es así el camino me hace más manso. Al fin y al cabo lo único que me pidió Jesús fue eso: «Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón».

Escuchar la llamada basta para emprender el camino. Saber para qué me necesita Dios realmente es una tarea de toda la vida.

Siendo manso y humilde aceptaré cualquier trabajo, cualquier forma de servir. No buscaré tanto el reconocimiento ni la gratitud del mundo.

Junto al Señor podemos ganar todas las batallas en nuestra vida.

Junto al Señor podemos ganar todas las batallas en nuestra vida.

Qué frágil es la vida, en cualquier momento se escapa! ¡Cuánta incertidumbre pensando en el mañana! Nada es seguro.

Sólo tengo claro que un día llegará el momento de partir. Y tendré que estar preparado cuando llegue. ¿Lo estaré?

A menudo pienso que estoy demasiado aferrado a esta vida con sus sueños. Con uñas y dientes me resisto a dejar escapar lo que hoy me alegra.

Y se me hace lejano y pequeño el cielo que sueño. Ese cielo del que tanto hablo, ese cielo que será plenitud de todas mis carencias.

Ese cielo que puede esperar por el momento, no tengo prisa.

Santos a mi lado

SPOJRZENIE W GÓRĘ

Por eso me conmueve la vida de los santos de hoy. Esos santos sencillos y humildes que viven sin hacer ruido y mueren con una sonrisa.

Esos santos que han sembrado esta tierra de esperanza viviendo a la altura de mis ojos.

Pasan delante de mi casa y a menudo no me doy cuenta. Porque vivo ensimismado y pensando en mí, en mis temas, en mis anhelos, en mis problemas y preocupaciones. En mi dolor y en mi propia muerte, tal vez lejana.

Vivo tan ensimismado y vuelto sobre mí mismo que se me escapa el paso de Dios en medio de los hombres, en piel humana y voz audible.

Esos santos de hoy son los que cuentan, los que valen en un mundo lleno de desengaños. Porque no es oro todo lo que reluce y no siempre la santidad brilla con fuerza.

¡Y a veces los descubro!

GIRL, GLASSES

Pero hay días en los que me despierto de mi letargo y aprecio el paso fugaz de Dios junto a mí.

Lo veo detenerse ante mis ojos. Y de repente pienso que merece la pena vivir si es para morir de una determinada manera.

Lo demás no importa. Ni mis éxitos, ni mis logros, ni la repercusión de mis palabras o mis obras. Nada de eso importa, es pasajero.

Tiene más fuerza ese olor a santidad que emana de esas personas humildes que han sabido interpretar de forma prodigiosa la sinfonía de su vida y de su muerte.

«Hemos ganado la batalla»

CNOTA

Y es que hace algún tiempo estaba yo rezando por una mujer joven que luchaba con fe y paz contra un cáncer que avanzaba en su cuerpo.

Elisa, una mujer sencilla y alegre, vivió su enfermedad con sencillez, con humildad.

Confesaba que llegó un momento en el que dejó de pensar tanto en ella misma para pensar en los demás.

Y creció hacia dentro, como hacen los santos, que se hacen más hondos por obra de Dios.

Unas horas antes de morir quiso despedirse de una amiga. Estas son algunas de sus palabras que me impresionaron profundamente, dichas con voz débil:

«Quería darte una noticia. Que me vieron ayer los médicos y que me voy a la casa del Padre dentro de poquito. No sabemos cuándo. Porque eso no se sabe si es un día u otro. Así lo ha querido Jesús. Gracias a Dios tengo paz. Que reces para que continúe así. De momento estoy bendecida por esa paz. Me alegro mucho, la verdad. A por ello. Que hemos ganado la batalla, porque, sinceramente, tanto una cosa como otra es ganar la batalla. Es lo que el Señor ha querido de mí, lo mejor para mí, y lo que más feliz me puede hacer. Gracias por todo. Te quería avisar. Un abrazo».

Estas palabras me rompieron por dentro al saber que en esa misma noche falleció con paz y se fue a la casa del Padre, como ya sabía.

¿Cuándo gano?

Me conmueven sus palabras, dichas con sencillez, con tanta verdad, con tanta fuerza. Decía que hemos ganado la batalla, justo cuando estaba muriendo.

La batalla de la vida, la batalla de la felicidad, la batalla de Dios que se me escapa y no la entiendo.

Para el mundo hoy la batalla está perdida en cuanto muero. Sólo quedan el silencio, las cenizas, el recuerdo.

Parece que pierdo la batalla porque el mundo está lleno de vida y lo que muere abandona este mundo.

Y ella ya ha partido. Pero no es esa su mirada, ni la de Dios sin duda. Ella siente que también morir es una victoria, como fue una victoria la muerte de Cristo.

En ese momento de verdad en su vida reconoce feliz que besar el plan de Dios que no comprendo es al fin y al cabo la mayor victoria.

El misterio de la muerte

¡Quién puede comprender la mirada de Dios en ojos santos!

La enfermedad me duele siempre muy dentro y no la comprendo y no la acepto, y quiero que muera para seguir viviendo. Que se vaya, para seguir amando.

Entiendo que es normal que exista el deterioro de mi cuerpo, porque es sólo materia, no es eterno.

Pero me sigue asustando la muerte con ese halo de misterio y esa frialdad que me deja.

Mirar arriba

COQUIMBO

Por eso hoy, al escuchar sus palabras, me conmuevo. Y me recuerda lo que decía Oscar Wilde:

«Todos estamos en el fango, pero algunos miramos las estrellas».

Ella vivió su enfermedad y su muerte mirando las estrellas. Mirando al cielo y confiando. Yo no sé si a veces vivo mirando el fango.

Hay personas a las que la enfermedad amarga y vuelve más ruines, más egoístas, más autorreferentes. No quiero ser yo así, cuando me llegue.

Hay otras personas a las que la enfermedad las purifica, las llena de luz y las hace transparentes para dejar ver a Dios mirándome con sus ojos.

Así ha sucedido con Elisa. Se volvió luz para muchos. Y para mí un destello de Dios en un mundo que se deja llevar a menudo por el desánimo.

Su mirada sobre la casa del Padre me emociona. Estoy ganando la batalla cada vez que beso a Dios en mi cruz y le sonrío. Ojalá aprenda yo a añorar tanto el cielo.

Más de 500 cristianos se humillan ante el Señor a mitad del conflicto de Myanmar.

Más de 500 cristianos se humillan ante el Señor a mitad del conflicto de Myanmar.

544 personas aceptaron a Jesús y 166 de ellas decidieron bautizarse en medio de los conflictos de Myanmar.

El país asiático lleva nueve meses desde que una junta militar derrocó a la presidenta Aung San Suu Kyi.

La violencia se ha instaurado en las calles, en medio de enfrentamientos entre  militares y ciudadanos. Este conflicto ha dejado más de mil muertos.

Los cristianos también han sido afectados por los conflictos del país, informó el hermano Lwin, socio local de Open Doors Mission. 

«Dondequiera que van los militares, queman casas, matan cerdos [de los que dependen muchas familias para obtener ingresos] y ocupan iglesias», dijo Lwin.

La organización Puertas Abiertas llevó a 50 niños a conocer la fe cristiana. Lwin asegura que esto ayuda a formar el carácter cristiano de los jóvenes.

Además, Open Doors llevó ayuda humanitaria a 7 mil ciudadanos quienes recibieron también el discipulado.

Desde que el Ejército tomó el poder la persecución a la iglesia cristiana ha aumentado en el país.

En junio, los líderes de la iglesia en el estado oriental de Karenni informaron sobre ataques militares contra al menos ocho iglesias.

En septiembre, una iglesia bautista en Chin, Myanmar, fue dañada cuando el  ejército enfrentaba a los manifestantes.

En el ataque le dispararon a un pastor que estaba ayudando a apagar el fuego en una de las casas.