En la vida de todos hay momentos donde solo queda mirar al cielo y pedir a Dios su auxilio y consuelo. Recordar a Bartimeo y con él decir: «Jesús Hijo de David, ten compasión de mí», con la total confianza de que seremos escuchados.
Hoy quiero compartirte esta oración que nació luego de un retiro espiritual que hice y en el que reflexioné varios salmos. Estuve tratando de encontrar las palabras precisas para expresar esta hermosa experiencia que tuve y esto fue lo que logré.
Una oración de consuelo para pedir al único que es capaz de hacer nuevas todas las cosas, que nos regale su auxilio, su fortaleza y su amor.
¿A quién he de ir Señor sino es a ti?
Cuando la tormenta de la enfermedad arrecia,
Cuando llega el temor a los fuertes vientos de la duda,
Cuando el corazón siente que necesita más fuerzas,
Cuando el dolor hace sucumbir en desesperación,
Cuando no sé qué más hacer,
Cuando la mirada se desvía de ti,
¿A quién iré?
Protégeme Señor, solo Tú eres mi auxilio,
Tú mi Creador, sáname,
Tú mi fortaleza, no me dejes tambalear,
Tú el sumo bien, no permitas que me olvide de hacer siempre el bien,
Tú que eres la roca, da firmeza a mi voluntad,
Tú el Dios vivo, enséñame a confiar.
Cuando lleguen los sinsabores de la vida, recuérdame que mi misión es ser sal,
Cuando no encuentre una sonrisa, permíteme ofrecer una,
Cuando todo esté absorbido por la oscuridad, auxíliame con tu luz.
Mi alma te busca, pues solo me bastas tú,
Ante el dolor, ven
Ante el temor, ven
Ante la tristeza, ven
Ante la falta de amor, ven
Ante la enfermedad, ven
Ven Señor y muéstrame el camino que debo de seguir.
Quiero ir a Ti, estoy cansado…
Dame tu mano, dame tus fuerzas, en ti quiero encontrar lo que siempre he buscado…
Quiero estar en ti, pues sin ti no encuentro consuelo,
Tómame Señor y no permitas que me pierda.
Señor, no olvides que soy tu pequeño,
Estoy dispuesto a que actúes en mí,
En ti, solo en ti puedo vivir,
Llévame contigo al lugar donde pueda contemplarte,
Solo quiero ver tu mirada fijamente,
Recordar que estás conmigo.
Aquí estoy Señor, mira mis pobres manos y haz de ellas lo que tu desees,
Solo tengo mis débiles fuerzas, pero sé que en ellas puedes actuar,
Solo tengo un corazón dispuesto a darse, tómalo Señor,
Toma este corazón…
Espero que esta oración de consuelo de verdad te ayude a afrontar esos momentos en los que sientes que ya no puedes más. Déjanos saber en los comentarios qué tal te pareció o qué otras oraciones te gusta hacer en épocas de tribulación.
El P. José Manuel Suazo Reyes, vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, en el estado mexicano de Veracruz
advirtió que los recientes fallos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a favor del aborto
“abren la puerta a un genocidio” en México.
A través de Twitter, el P. Suazo Reyes señaló que “el aborto provocado es un asesinato, un acto criminal que destruye la vida de una persona inocente”.
“Es por lo tanto un delito que contiene además todas las agravantes de alevosía, ventaja y premeditación”, indicó.
El aborto provocado es un asesinato, un acto criminal que destruye la vida de una persona inocente
es por lo tanto un delito que contiene además todas las agravantes de alevosía, ventaja y premeditación.
Las resoluciones de la Corte abren la puerta a un Genocidio #CorteAbortoNo
Con dos fallos en menos de una semana, la Suprema Corte empujó la agenda del aborto en México.
El 7 de septiembre, los diez ministros de la SCJN presentes en la sesión, de un total de once
votaron a favor de invalidar fragmentos del Código Penal de Coahuila referentes a penas de cárcel para el delito de aborto
así como sanciones para los profesionales de la salud que participaran.
Dos días después, este 9 de septiembre, en una rápida jornada los ministros de la SCJN
votaron a favor de declarar inconstitucionalidad proteger la vida desde la concepción en la Constitución del estado de Sinaloa.
Ambos casos, a distintos niveles, podrían tener un grave impacto en la defensa de la vida en México.
El lunes 13 de septiembre, la SCJN debería discutir una nueva acción de inconstitucionalidad que busca restringir
el derecho a la objeción de conciencia de los profesionales de la salud en México, obligándolos a participar en abortos.
El P. Suazo Reyes cuestionó también la “extraña coincidencia” de que este 9 de septiembre Marcelo Ebrard, secretario
de Relaciones Exteriores de México, se reuniera con Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos y conocida promotora del aborto.
¡Qué extraña coincidencia!
“El ministro de relaciones exteriores mexicano se encuentra en Washington para reunirse con Kamala Harris
y en México se declara que es inconstitucional el derecho a la vida. Sólo falta el tercer golpe mortal, el próximo lunes…
Durante el Congreso Eucarístico Internacional en Budapest (Hungría) el Obispo Metropolita Hilarión Alfeyev resaltó la importancia de la Eucaristía para la Iglesia Ortodoxa. Pero ¿Cuál es su papel en la vida de los creyentes?.
El Metropolita Alfeyev es el presidente del Departamento para las Relaciones Eclesiásticas Externas del Patriarcado
de Moscú y también ejerce de representante ante las instituciones europeas en Bruselas.
El 6 de septiembre, en su exposición en el 52° Congreso Eucarístico Internacional en Hungría, explicó que si bien hay
muchas diferencias entre los católicos y los ortodoxos orientales, enfatizó que comparten la misma comprensión de la Eucaristía.
El líder ortodoxo indicó que su Iglesia cree “que en el pan y el vino eucarísticos no hay una presencia simbólica de Cristo,
sino su presencia plena y real”, y resaltó que “en la tradición ortodoxa, la Eucaristía está estrechamente relacionada con la noción teológica de deificación”.
“No es un tema fácil de hablar, pero la cuestión es que estamos llamados a ser deificados”, agregó.
El Metropolita Alfeyev señaló que los creyentes “estamos llamados a adquirir cualidades divinas sin dejar de ser humanos”
y resaltó que la Eucaristía es “el medio más poderoso” para lograrlo, porque “es el cuerpo y la sangre de Nuestro Señor Jesucristo
el que entra en nuestro cuerpo y su sangre comienza a fluir en nuestro ser”.
Además, subrayó que la historia jugó un papel importante en cómo su Iglesia ve la Eucaristía actualmente,
porque vivieron por “70 años en situación de persecuciones”.
“La Iglesia fue privada de sus derechos básicos, como la misión, la caridad, las publicaciones,
todo esto estaba prácticamente prohibido. Lo único que quedó en realidad fue la posibilidad de celebrar la liturgia y dar la
comunión a los fieles”, remarcó.
El líder ortodoxo subrayó que la Eucaristía fue “lo que nos preservó como Iglesia” y señaló que,
si bien sólo un número limitado de personas podía asistir al culto de la iglesia bajo el dominio soviético,
justo antes del colapso de la Unión Soviética, la gente comenzó a regresar, debido a la Eucaristía.
“Fue precisamente la Eucaristía la que más los atrajo”, agregó.
Sin embargo, indicó que actualmente la Iglesia Ortodoxa se enfrenta a nuevos desafíos como el “secularismo y el relativismo”.
“También tenemos una gran brecha entre los que son, digamos, cristianos nominales y los que son cristianos practicantes”, lamentó.
El Metropolita Alfeyev subrayó que a pesar que el 70% de los rusos pueden identificarse como cristianos ortodoxos,
no todos aceptan las enseñanzas de su religión.
“Esto no significa en absoluto que todos quieran recibir la Sagrada Comunión, que todos crean en la presencia real de Cristo
en los santos dones”, dijo. “Muy a menudo, es más cercano a una especie de autoidentificación cultural”, agregó.
El líder ortodoxo expresó su esperanza para el futuro, a través de la Eucaristía.
“Todos tenemos que trabajar duro para explicarle a la gente de qué se trata la Eucaristía y cuál es la importancia de la recepción de la Sagrada Comunión”, concluyó.
Según la Iglesia, la unión exclusiva de un hombre y una mujer es una «ley natural» inscrita en la naturaleza humana por el Creador desde el principio, y común a los hombres de cada época, pueblo y cultura.
¿Qué dice la Biblia?
En el Génesis se encuentran las características fundamentales del matrimonio. El matrimonio es único e indisoluble:
Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne. Gn 2,24
El matrimonio está orientado a la procreación:
Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra. Gn 1,28
Significado original
Como todo, incluso la relación entre hombre y mujer ha sido corrompida por el pecado original.
Jesús la sanó pero no solo devolviendo al matrimonio su significado original sino instituyéndolo como sacramento.
Es la famosa narración de las «bodas de Caná» con la transformación del agua en vino.
Con la Gracia de Cristo el agua de los esposos es transformada en «vino nuevo»: el amor de los esposos es, por lo tanto, santificado.
El sacramento del matrimonio se basa en el consenso libre y recíproco de los esposos a vivir un amor fiel e indisoluble y abierto a la vida.
Esto es tan cierto que durante siglos la Iglesia ha tolerado los matrimonios clandestinos basados únicamente en el consenso de los esposos, frente a dos testigos.
Un Concilio
El Concilio de Trento estableció la fórmula canónica de ese consentimiento, que hoy dice así:
Yo, te recibo a ti como esposo/a y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.
El matrimonio es el único sacramento cuyo ministro no es el sacerdote sino los mismos esposos, en el momento en que se intercambian el consentimiento frente a Dios, a la Iglesia y a la comunidad.
El sacerdote acoge este consentimiento y da la bendición de la Iglesia.
Alianzas
La tradición manifiesta el nuevo status de esposos con la bendición y el intercambio de las alianzas.
Símbolo antiguo de compromiso y fidelidad, la alianza se vuelve un signo de «vida consagrada» y también un auténtico sacramental que protege a quien la lleva con fe de las tentaciones y los ataques del Maligno contra el matrimonio.
De la válida celebración del matrimonio surge entre los cónyuges un vínculo perpetuo y exclusivo que ni siquiera la Iglesia tiene el poder de disolver.
Que el hombre no separe lo que Dios ha unido Mt 19,6
En casos extraordinarios la Iglesia admite la separación física de los esposos, pero los cónyuges permanecen marido y mujer frente a Dios.
La Iglesia no reconoce como válidas eventuales nuevas uniones.
Si esto sucede no se puede recibir la Eucaristía sin embargo se puede participar en la misa y en la vida de la comunidad cristiana, de hecho, se les anima a hacerlo, y la comunidad está llamada a acoger y a acompañar a estas personas con caridad.
Nulidad
La anulación del matrimonio es posible solo cuando tras un examen profundo la Iglesia reconoce una falta de condiciones previas del sacramento.
En este caso puede declarar el matrimonio nulo, es decir, que nunca existió Unidad, indisolubilidad y apertura a la vida son esenciales en el matrimonio y reflejan la fidelidad de Dios a su Alianza, y de Cristo a la Iglesia.
No es un objetivo inalcanzable sino un camino posible apoyado por la Gracia de Cristo.
Desde pequeña la imagen de los sacerdotes me ha causado tanta curiosidad. Los veía ahí parados en el altar, sosteniendo el copón entre las manos y repitiendo oraciones que nunca terminaba de entender.
En mi pequeñez comprendía de alguna manera que eran tan importantes, más importantes que los otros adultos que asistían a misa, y aún así no terminaba de entender el por qué.
Hoy que la vida me ha traído por caminos de amor insospechados, la figura de los sacerdotes me llena de agradecimiento. «El Sacerdocio es el amor del corazón de Jesús», decía el cura de Ars, cuya fiesta celebramos hoy. Y cuánto de cierto hay en estas palabras.
Sin sacerdotes, ¡qué sería de nosotros los fieles!
La tarea sacramental que el mismo Cristo les encomendó hacen de estos hombres grandes seres humanos, más de lo que podrían imaginar. No me mal interpreten, no estoy trantando de ensalsarlos vacíamente, o hacerlos importantes porque sí. Estoy haciendo un esfuerzo por tratar de explicar, y comprender un poquito más la magnitud de su tarea.
«¡Oh, qué grande es el sacerdote! Si se diese cuenta, moriría… Dios le obedece: pronuncia dos palabras y Nuestro Señor baja del cielo al oír su voz y se encierra en una pequeña hostia…» El mismo Juan María Vianney se quedaba sorprendido de lo que expresaba y a la vez corto en entendimiento de lo que sus palabras significaban.
El sacerdocio para él tenía que ver con el intelecto, con el alma e incluso con el cuerpo. Comprender la misión era una tarea, pero vivir el amor, ese amor del corazón de Jesús, que los eligió. Que los llamó particularmente a seguirlo de esta forma tan íntima. Era lo que lo movía en esta vida.
Pobreza, castidad y obediencia, tres compromisos sacerdotales que nuestro gran cura de Ars vivió ardientemente.
Tal vez podamos pensar que en aquellos tiempos hacer estos compromisos era lo esperado. Hoy, con todos los hechos vividos fuera y lamentablemente dentro de la iglesia, la obediencia es cuestionada. Imágenes de abuso de autoridad a todo nivel se presentan, qué difícil obeder en este contexto. No solo dentro de la iglesia sino en cualquier lugar.
La obediencia de un corazón que confía
La obediencia del orden sacerdotal responde a una confiaza entregada no a los hombres, sino al mismo Cristo. A un Dios que les dice sígueme pero que a la vez promete llevarlos en brazos cuando el camino es cuesta arriba.
Es frecuente revelarnos frente a la obediencia, el orgullo sale, la mal entendida libertad confunde. Las heridas duelen y pareciera que obedecer es algo no solo imposible sino que además es abolible. Al único que parecemos obedecer es a nosotros mismos.
En ese sentido, la figura del sacerdote es tan cuestionante. Se entrega plenamente y se vuelve súbdito en un mundo en que que no hay que obedecer ni comprometerse con nadie, menos con un Dios al que «no veo, ni escucho»
El cura de Ars, patrono de los sacerdotes, deja una frase que encierra una clave sobre la obediencia: «las almas cuestan la sangre de Cristo y el sacerdote no puede dedicarse a su salvación sin participar personalmente en el “alto precio” de la redención.»
Ese alto precio implica entrega completa y confiada a aquel que tanto nos ama. Obediencia plena al Rey de Reyes.
El dominio del cuerpo que educa el alma
Obedecer no es algo sencillo de hacer. Lo vemos en los niños pequeños que una y otra vez se lanzan al piso en una estridente pataleta. Aún presos de su voluntad, los pequeños van conociendo que obedecer a sus padres es confiar en ellos. Obediencia es ir entendiendo que los mandatos que les dan buscan su bien.
Así, los sacerdotes son imagen de esta obediencia que va creciendo día a día, fruto de su relación con Cristo, de o el bien mayor y forjar la voluntad hacia él.
El cura de Ars escogía una y mil veces una vida llena de penitencia, en la que los ayunos y privaciones cumplían un rol formador, que no hacía necesariamente por él, sino por la salvación de aquellos que atendía en el confesionario, en su parroquia.
Comprendiendo que era partícipe del sacrificio que el mismo Cristo hizo en la Cruz. Su cuerpo que se iba haciendo recio y su espíritu se iba templando. Porque lo que pasa en el cuerpo pasa en el alma.
Guardemos siempre un momento especial en nuestra oración por ellos.