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San Francisco de Asís y su predilección por cálices de buena calidad en la eucaristía

San Francisco de Asís y su predilección por cálices de buena calidad en la eucaristía

Si bien muchos están familiarizados con la vida de pobreza de san Francisco de Asís, pocos saben que fue un ardiente promotor de la devoción a la Eucaristía.

Creía firmemente que Jesús estaba verdadera y sustancialmente presente bajo la apariencia de pan y vino en la Misa.

Con esto en mente, siempre buscó darle a Jesús en la Eucaristía su mayor respeto y devoción.

Si san Francisco visitaba una iglesia y veía que estaba sucia, sacaba una escoba y la limpiaba.

La delicadeza y devoción de san Francisco

Esta devoción eucarística se extendió a los vasos preciosos usados ​​en la Misa. Él escribió en una carta a los sacerdotes por qué debían usar cálices y tabernáculos de alta calidad.

[Que] todos los que administran tan santos misterios, especialmente los que lo hacen con indiferencia, consideren entre sí cuán pobres pueden ser los cálices, corporales y lienzos donde se sacrifica el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo. Y por muchos es dejado en lugares miserables y llevado por el camino irrespetuosamente, recibido indignamente y administrado a otros indiscriminadamente.

Entonces, corrijamos de inmediato y resueltamente estas fallas y otras; y donde quiera que el Santísimo Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo sea incorrectamente reservado y abandonado, que sea extraído de allí y puesto y reservado en un lugar precioso.

Y reiteró este punto en su Testamento.

Por encima de todo, quiero que este Santísimo Sacramento sea honrado, venerado y reservado en lugares ricamente ornamentados.

San Francisco amaba profundamente a Jesús y pasó el resto de su vida ofreciéndole cada una de sus acciones.

Con un fuego ardiente de amor en su corazón, no podía soportar ver a Jesús siendo tratado mal.

Su deseo de tratar la Eucaristía con tal respeto solo tiene sentido cuando se ve a través del lente de la presencia real de Jesús.

Si Jesús está realmente presente bajo la apariencia de pan y vino, entonces san Francisco creía que cualquier cosa que contenga la Eucaristía debería ser digna de un rey.

¡Aprendamos a compaginar la vida que tenemos con la eternidad que deseamos!

¡Aprendamos a compaginar la vida que tenemos con la eternidad que deseamos!

La Virgen, mi Madre peregrina, me enseñó a amar mi camino, a valorar el momento que pisan mis pies.

Me enseñó a echar raíces en la tierra que recorro y habito al mismo tiempo. Cada paso que doy tiene un sentido y merece la pena.

Cada etapa está llena de recuerdos y de vida. Siempre rumbo a la meta, ese final del camino. Pero a la vez siento que esa meta también es pasajera.

El cielo sigue siendo la meta final de todas mis metas, el descanso final de todos mis caminos.

Mientras tanto vivo aprendiendo a amar el camino en el que echo raíces mientras doy mis pasos.

Aceptar esta vida tal y como es

Amo su inseguridad vital, su incertidumbre, su inconsistencia, su temporalidad. Sus nubes y sus noches, sus lágrimas y sus risas. Amo el calor y el frío, el sol y la luna.

No me importa el esfuerzo que adquiere un sentido al sentir las estrellas marcando caminos imposibles, indescifrables.

Amo esta vida que responde a todo lo que yo espero. Me alegra el alma ser peregrino, siempre buscando, siempre con preguntas abiertas.

Peregrinar, buscar, llegar

Tengo claro que mis preguntas son las que me definen, no tanto las respuestas heredadas, o las aprendidas por la voz de otros.

Me emociona ponerme en camino cada mañana, abriendo la puerta del alma y llegando como peregrino al santuario.

Me pesa la espalda y el corazón se enciende. Como si los pasos por dar fueran mi alimento necesario para vivir de verdad y apagar los temores.

No tengo miedo de la soledad, ni de los silencios que ahogan mis palabras.

No me incomodan las canciones que repito muy quedo, dentro de mi alma, al contrario, me alegran.

Donde confluyen eternidad e instante

Dibujo ante mí esa meta posible y diaria, mi santuario, el rostro de mi Madre que me espera cada día allí con la puerta abierta.

Ella está aguardando mi llegada al final del camino. Y al mismo tiempo está aquí, en medio de mis pasos sosteniendo mi ánimo y dándome esperanza.

Es la paradoja que encierra esta vida: Dios es el final y el comienzo de todo lo que hago y vivo.

Es el camino y el cielo que lo cubre. El sol y las nubes que no me dejan ver la claridad de la meta.

Dios es el fuego que me da calor y la brisa suave que refresca el bochorno del camino. Dios es ese lugar de descanso en el que recuperar las fuerzas y la fatiga que amenaza con quitarme el aire que necesito, es tan fuerte el cansancio.

Un estilo de vida

Soy peregrino, me gusta el sabor del camino, el olor de los pasos, la textura de la arena donde dejo mis huellas.

No es una misión peregrinar, es el sentido de todo lo que hago, es más bien una forma de vida.

Cada día despierto y vuelvo a dejarlo todo atrás poniéndome en camino. No llego a la meta y en parte ya llego cuando doy un paso.

Cada vez que entro en el santuario vuelve a comenzar mi búsqueda. Allí descanso, encuentro mi hogar, mi seguridad, mi tierra.

María…

María me cambia por dentro, no sé cómo lo hace. Y entonces me envía de nuevo a la vida, al camino.

Ya no soy el mismo, soy más de Dios, más niño, más dócil y así salgo de nuevo a la vida.

Siento que alcanzo el final cada vez y al mismo tiempo estoy muy lejos.

Hago realidad mis sueños y todavía acaricio los sueños que se siguen dibujando dentro de mi alma, nacen de nuevo.

Espero el encuentro final cuando al final llegue, mientras sigo caminando. No tengo prisa por llegar, la vida es larga. El camino continúa, no sé por cuánto tiempo, toda una vida.

Por muchas veces que llegue al santuario, sigue siendo eterna la llegada y también la partida.

No me importa, soy peregrino de tierras lejanas. Y llevo en el alma el cielo espejado. Como una pintura que me recuerda para qué he nacido y para qué vivo.

Sin prisa

Todo merece la pena. Cada parada en el camino vale oro. Y cada persona peregrina que encuentro entre mis pasos.

No hay prisa para el peregrino que llega una y otra vez a la meta para volver de nuevo al camino.

El tiempo es un don y la vida un camino que merece la pena recorrerse con paso tranquilo y seguro.

Ser peregrino les da paz a mis pasos y despierta mis sonrisas. Y entiendo que todo tiene un sentido, aun sin entenderlo.

Siempre más alto

HIKER MAN

Peregrino de nuevo al santuario, no para encontrar respuestas, sino para avivar las preguntas y que me den vida.

Se enciende el fuego en mi alma en un abrazo a María. Ella me ama y me lo dice y yo lo necesito, para seguir creyendo.

Quiero aprender a formular la pregunta correcta delante de Dios, ahí está el sentido del camino.

¿Y la meta que María desvela ante mis ojos? Se trata de caminar siempre más alto, más arriba, más lejos, llegar a las estrellas.

anunciar la paz y la alegría, la esperanza de los creen en el cielo y sus estrellas.

Vivir con sentido

WDZIĘCZNOŚĆ

No dejo de confiar en que salir siempre de nuevo le da sentido a todo lo que vivo. Salir y llegar al santuario. Salir y encontrarme con los hombres en el camino.

En cada etapa del camino echo mis raíces. Es mi tierra, mi terruño.

Ser peregrino es vivir con preguntas abiertas lanzadas al viento. Miro ese mar ante mis ojos que dibuja senderos ocultos que llevan al cielo.

Aprendo a vivir en presente y esa actitud sagrada es la que salva mi camino y el de muchos.

Vuelvo a salir de mi casa, comienzo mi camino, llego al santuario, sigue mi camino. Ser peregrino es lo que me salva.

Siempre más alto, más arriba, más cerca de Dios, donde María me abraza. En eso confío. Ir y volver. Salir y llegar. Y encontrarme con los hombres, una familia.

El santuario es mi meta y parte de mi camino. Me hago más del cielo habitando la tierra y echando raíces toco las estrellas.

¡Católicos y la biblia, una relación de fidelidad y creencias!

¡Católicos y la biblia, una relación de fidelidad y creencias!

Para los católicos, la Biblia es la clave para descubrir todas las enseñanzas de la fe. Es la base de la Iglesia Católica y continúa inspirando la vida diaria de sus miembros.

Inspirada por Dios

El Catecismo de la Iglesia Católica explica elocuentemente esta verdad central.

«Dios es el autor de la Sagrada Escritura. «Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo».

«La santa madre Iglesia, según la fe de los Apóstoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que, escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales han sido confiados a la Iglesia».

Escrita por autores humanos

Aunque la Biblia tiene a Dios como su autor principal, no cayó del cielo.

En cambio, Dios eligió a autores humanos para escribir su palabra divina, asegurándose de que su contenido fuera exactamente lo que Él quería que se comunicara.

Dios ha inspirado a los autores humanos de los libros sagrados. «En la composición de los libros sagrados, Dios se valió de hombres elegidos, que usaban de todas sus facultades y talentos; de este modo, obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores, pusieron por escrito todo y sólo lo que Dios quería».

Los libros inspirados enseñan la verdad. «Como todo lo que afirman los hagiógrafos, o autores inspirados, lo afirma el Espíritu Santo, se sigue que los libros sagrados enseñan sólidamente, fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvación nuestra».

Comida para el alma

Por estas y por muchas otras razones, la Biblia sigue siendo para los católicos una fuente primaria de alimento espiritual.

Es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios, que constituye sustento y vigor para la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual». «Los fieles han de tener fácil acceso a la Sagrada Escritura».

La vida es una recopilación de momentos en los que el señor nos recuerda que nos ama.

La vida es una recopilación de momentos en los que el señor nos recuerda que nos ama.

Fidelidad, amor, superación… y un poquito de Dios escondido. Esto fue lo que vi en el anuncio de chicles Extra Gum, donde una historia de amor al más puro estilo americano: “chico conoce a chica en instituto cuando se le caen los papeles en el pasillo”, nos muestra algunos de estos valores y nos arranca un par de lágrimas.

Aunque para algunos pueda tratarse de un cuento ñoño donde los protagonistas (Juan y Sarah) comen chicle cada dos por tres; para mí simboliza una fábula que podemos aplicar e incluso vivir en nuestras propias vidas. Algo profundo y, sobre todo, muy real. Aunque en el video no se menciona (mi radar católico es capaz de conectar la historia de Sarah y Juan con Dios y cómo Él actúa en sus vidas) y por tanto, cómo actúa en la tuya o en la mía.

Vivimos en una sociedad donde valores como la fidelidad han caído en picada en la Bolsa de Valores de la Vida. Sarah y Juan se separan, discuten, incluso viven su amor en la distancia, y son capaces de ser fieles. ¿No es hermoso, en una época donde el amor es 2.0, donde es fugaz y volátil, donde hay tantas tentaciones… que dos personas puedan amarse tanto? Y sobre todo, preocuparse por el otro, en estos tiempos tan individualistas.

Otra virtud que me gustó del video es el perdón. La capacidad de perdonar. Quien cultiva el amor, prospera, y quien no, se pierde. Vivir el perdón es la clave para una vida más feliz y más llena. Nos pasa, algunas veces, que no entendemos nuestra historia y nos peleamos con Dios y con los demás en búsqueda de respuestas, para acabar enfurruñados como niños. En los problemas de la vida, los reveses, esas situaciones donde sientes tanta angustia interna que te duelen partes del cuerpo que ni sabías que tenías… en esos momentos, Dios está ahí, contigo. Cuando crees que no puedes (como a veces parecen sufrirlo nuestros protagonistas). Acuérdate de san Agustín (un santo muy majo que habla mucho sobre el amor): «Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar, te enseña a que hagas cuanto puedas hacer, y a que pidas lo que no puedas hacer».

El video es una bella analogía de una historia de amor y de la historia de nuestra vida, una historia en la que Dios está presente y actúa. Compuesta de momentos maravillosos y de baches insalvables, pero una historia positiva si confiamos en Dios.

En cada momento del anuncio, sea bueno o malo, Juan y Sarah comparten un chicle. Es algo que los conecta, que los une, que les permite recordar el amor que se tienen. Del mismo modo podríamos dejar que Dios actuara en nuestra vida, que fuera ese nexo de unión, esa persona que le de sentido a cada instante de nuestra vida. Ese chicle. Algo que compartimos… Y que sin duda, si se te pega, o si dejas que se te pegue, es difícil que se vaya de tu lado.

Deja que Dios sea quien te conecte con los demás. Deja que Dios sea lo que te una con los demás. Deja que Dios actúe y “se te pegue”.