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¿O tienes una forma de amar que denigra, hiere y ofende?

¿O tienes una forma de amar que denigra, hiere y ofende?

Aveces queremos servir a los demás pero dudamos de nuestras motivaciones. Es sencillo decir con palabras lo que estoy dispuesto a hacer, a dar, a amar. Pero luego la vida es difícil y no es sencillo beber el cáliz o ser bautizado con Jesús.

No es tan agradable correr la misma suerte que Jesús y sufrir su misma muerte.

Temo todo aquello que rodea su vida en la tierra: el olvido y el rechazo, las persecuciones y el desprecio.

Me refugio en mis deseos, porque yo quiero los primeros puestos y la fama, el éxito y los logros. Deseo vencer y no perder. Triunfar y no fracasar.

Jesús los ama y acepta con alegría su disponibilidad, quieren darlo todo porque lo aman.

Es bonito ver las cosas de esta forma. Están dispuestos a todo aunque duela el alma. Es lo que ellos quieren y yo también lo deseo.

Lo acepto con alegría aunque me quede sin esa vida que tanto amo. ¿Estoy dispuesto a dar la vida hasta el final?

He visto la vida como una carrera de obstáculos. Y he soñado con llegar al final en los primeros puestos.

Sé que estar dispuesto a perder la vida es un paso mayor, una audacia más grande.

El poder puede acabar en tiranía. Un gobierno absoluto, una forma de amar que denigra, hiere y ofende.

Mandar de esa forma es lo que me ofrece el mundo hoy. Quiere que sea poderoso, quiere que mande por encima de todos.

El servicio a los demás, el ser esclavo, es todo lo contrario a lo que deseo. Me gusta tener el poder y mandar. Que los demás hagan lo que yo deseo. Que obedezcan mis órdenes y se adapten a mis puntos de vista.

Usar bien el poder es una misión sagrada. Siempre tendré una cuota de poder. Podré decidir sobre algo, sobre alguien y tendré que hacerlo con un respeto inmenso, con una delicadeza sagrada.

Sin apegarme a lo que poseo, al poder que detento. Sin pretender quedarme siempre en el lugar que hoy habito. Sin querer retenerlo todo.

Para ello tengo que ser esclavo de Dios y siervo de los hombres.

Pero ese cambio de mirada no suele ser tan sencillo. Es necesario estar dispuesto a renunciar a todo por amor.

La iglesia hace un fuerte llamado a la Paz en Ecuador

La iglesia hace un fuerte llamado a la Paz en Ecuador

Se llamaba Sebastián de 11 años y murió de una manera más que atroz en Ecuador. En la tarde del domingo 17 de octubre, en medio de un asalto a una cafetería y heladería en la zona de Guayaquil, el niño recibió un disparo en el corazón, además de otros en el brazo y espalda.

 “Mi hija estaba en mis piernas y mi hijo a mi lado derecho. Yo alcancé a tirar al piso a mi hija, pero mi hijo por el miedo salió corriendo hacia su mamá; traté de cogerlo y no alcancé. Y cuando lo cogí del pie y lo tiré al piso, ya le habían alcanzado las balas”, expresó el padre de Sebastián.

Sebastián murió en medio de un enfrentamiento entre un policía y delincuentes.  Su caso, que por estas horas seguía en investigación para conocer desde dónde salieron las balas, no hace más que confirmar una situación compleja en cuanto a la delincuencia y la violencia que se vive en Ecuador desde hace tiempo.

Pero también la propia Iglesia, a través del Arzobispado de Guayaquil, había hecho un fuerte llamado a la paz el pasado 21 de septiembre a través de un repique de campanas en los diversos templos.

“Ha sido urgente unirnos en oración y motivar al pueblo creyente a buscar el camino de la reconciliación, dejar de lado resentimientos, el saber dignificar a las personas y estar en contra de las estructuras de violencia que ponen en riesgo la estabilidad de la sociedad y de los valores que representamos como creyentes”, expresó en ese momento el padre Diego Bustamante, uno de los organizadores, tal cual recordaba en una nota la Arquidiócesis de Guayaquil.

La Inocencia y la Libertad de un niño

La Inocencia y la Libertad de un niño

Un niño protagonizó un simpático momento durante la Audiencia General de los miércoles en el Vaticano cuando se subió al estrado, corrió entre las sillas reservadas a los colaboradores del papa Francisco y trató de quitarle el solideo blanco característico al pontífice. El pequeño Pablo, de 10 años y con un retraso cognitivo, ‘escapó’ de su madre y subió las escalinatas hasta llegar al Santo Padre, quien lo recibió con cariño y lo invitó a sentarse a su lado.

Antes de que Francisco iniciara la catequésis dedicada a la “libertad”; el pequeño subió al estrado, se sentó en la silla del prefecto de la Casa Pontificia Leonardo Sapienza a un costado del Papa y pidió el solideo, el tradicional casquete blanco de seda del pontífice.

Francisco, que consideró la actitud del niño “una lección que nos ha dado a todos”, afirmó: “Los niños no tienen un traductor automático del corazón a la vida, el corazón va adelante”.

El pequeño estaba decidido a conseguir el solideo del Papa y, aunque no consiguió el que portaba el Pontífice, sí le regalaron uno.Durante su mensaje en la Audiencia, el Papa Francisco centró su discurso en la libertad que nos muestra San Pablo, y aseguró que el pequeño Pablo es ejemplo de ello.

“Estos días estamos hablando de la libertad de la fe, escuchando la Carta a los Gálatas. Pero me acordé de lo que dijo Jesús sobre la espontaneidad y la libertad de los niños, cuando este niño tuvo la libertad de acercarse y moverse como si estuviera en su casa”.