Volver a mirar la Biblia en tu matrimonio es una óptima manera de recordar la importancia de las promesas que hiciste de continuar vinculado a tu fe y a tu cónyuge diariamente.
Aquí presentamos algunos versículos bíblicos que te ayudarán en tu matrimonio, tanto en los buenos momentos como en los malos.
Para recordar la fuerza del matrimonio
1.“Si atacan a uno, los dos harán frente. La cuerda de tres hilos no es fácil de romper”. (Ec 4,12)
2. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y Dios los bendijo diciéndoles: «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.» (Gn 1, 27-28)
3. “Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre”. (Mc 10,9)
4. “Vive la vida con la mujer que amas, todo el espacio de tu vana existencia que se te ha dado bajo el sol, ya que tal es tu parte en la vida y en las fatigas con que te afanas bajo el sol”. (Ec 9,9).
Para recordar del poder de la paciencia y el perdón
5. “Ante todo, tengan entre ustedes intenso amor, pues el amor cubre multitud de pecados”. (1 P 4,8)
6. “Los exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que vivan de una manera digna de la vocación con que fueron llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz”. (Ef 4, 1-3)
7. “Sean más bien buenos entre ustedes, entrañables, pedonándose mutuamente como los perdonó Dios en Cristo”. (Ef 4,32)
Para dar lo mejor de sí en la lucha contra las tentaciones
8. “No han sufrido tentación superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no permitirá que sean tentados sobre sus fuerzas. Antes bien, con la tentación les dará modo de poderla resistir con éxito”. (1 Co 10,13)
9. “Tengan todos en gran honor el matrimonio, y el lecho conyugal sea inmaculado; que a los licenciosos y adúlteros los juzgará Dios”. (Heb 13,4)
Para confiar en Dios en los momentos de dificultad
10. “Confía en Yahveh de todo corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia; reconócele en todos tus caminos y él enderezará tus sendas”. (Pr 3,5-6)
11. “¿No te he mandado que seas valiente y firme? No tengas miedo ni te acobardes, porque Yahveh tu Dios estará contigo dondequiera que vayas”. (Jos 1,9)
12. “Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio”. (Rm 8,28)
13. “Que bien me sé los pensamientos que pienso sobre ustedes – oráculo de Yahveh – pensamientos de paz, y no de desgracia, de daros un porvenir de esperanza” (Jer 28,11)
A veces puede resultar tentador quedarnos con el cielo «para nosotros». Nos contentamos con progresar en el camino de la virtud y perfeccionar nuestra vida de oración de manera solitaria.
Sin embargo, Jesús no quería que fuéramos santos aislados de otras personas. Jesús animó a sus apóstoles:
“Vayan por todo el mundo y proclamen el evangelio a toda criatura”.
Marcos 16,15
El cielo está destinado a ser una gran «fiesta», en la que nos reunimos con amados amigos y familiares compartiendo las glorias y la felicidad de la visión beatífica.
Hay distintas imágenes con las que puedes imaginar el cielo, siempre como algo realmente bueno:
Esta es una de las razones por las que debemos hacer todo lo posible para llevar a otros con nosotros en el viaje al cielo. Queremos que compartan la alegría del cielo y no queremos ser los únicos.
Nunca pierdas la esperanza
El padre Francis Xavier Lasance expresó una idea similar en su libro My Prayer Book de principios del siglo XX.
¡No vayas al cielo solo! Lleva a alguien contigo. Madres, lleven a sus hijos con ustedes. Ora mientras tengas aliento en tu cuerpo; nunca te desesperes y nunca pierdas la esperanza de que tus seres queridos, sin importar cuán lejos hayan vagado sus pasos, algún día estarán contigo ante el Gran Trono Blanco.
Incluso si nuestros amigos y familiares nos abandonan debido a nuestra fe, debemos esforzarnos por “llevarlos al cielo” a través de la oración y el ayuno.
Todavía podemos tener un efecto en sus vidas en el ámbito espiritual, incluso si ya no tenemos ningún contacto con ellos.
Sobre todo, ¡no nos contentemos con ir solos al cielo, sino que llevemos con nosotros a tantos de nuestros seres queridos como sea posible!
El Purgatorio es real. Si mueres con pecados veniales pasarás un tiempo purgándolos, purificándote, hasta que tu alma libre de pecados pueda ir al paraíso.
Santa Faustina Kowalska tuvo una visión del purgatorio y lo describe de esta forma:
“Vi al Ángel de la Guarda que me dijo que le siguiera. En un momento me encontré en un lugar nebuloso, lleno de fuego y había allí una multitud de almas sufrientes. Estas almas estaban orando con gran fervor, pero sin eficacia para ellas mismas; sólo nosotros podemos ayudarlas”.
Un sacerdote comentaba en una emisora de radio que él se dedicaba a sacar un alma del purgatorio cada día, rezando el santo rosario ante Jesús Sacramentado, en el sagrario.
Ofrecía la indulgencia que ganaba con el rezo de estos rosarios por las almas más necesitadas de la Misericordia Divina.
Apariciones para pedir favores
Pascal Deloche | Godong
Muchos santos de nuestra Iglesia han tenido apariciones de almas del purgatorio que “con el permiso de Dios” se les han aparecido para pedir sus favores -una misa, el rezo del rosario,…- que los ayuden a salir de ese lugar de tormentos donde sufren mucho.
Y cuando lo consiguen, antes de emprender su viaje al Paraíso, pasan para agradecer tan grande favor.
Las siento mis hermanas, lo son. Y busco la manera de ayudarlas y crear conciencia entre los católicos sobre nuestra obligación moral de pensar en las almas benditas del Purgatorio y tenerlas presentes en nuestras oraciones. Es un acto de misericordia que agrada mucho a Dios.
San Josemaría Escrivá decía de ellas:
“Las ánimas benditas del purgatorio. —Por caridad, por justicia, y por un egoísmo disculpable —¡pueden tanto delante de Dios!— tenlas muy en cuenta en tus sacrificios y en tu oración. Ojalá, cuando las nombres, puedas decir: «Mis buenas amigas las almas del purgatorio…»
Las almas del purgatorio sufren y está tristes, así las describen estas mística que las vieron:
Cómo ayudarlas? Hay tres formas muy efectivas.
1 CON LAS INDULGENCIAS
Ofreciéndolas por ellas. Debes estar en gracia de Dios, y tener la intención de ganarla, confesarte, comulgar y rezar por las intenciones del Papa.
2 CON LA MISA
Pues los méritos de una sola misa son infinitos.
3 CON TU ORACIÓN FERVOROSA
Particularmente el rezo del santo Rosario.
Catecismo de la Iglesia Católica, 1032
Cómo ayudar a los difuntos
Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios.
La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos.
A mí me gusta mucho ofrecer todas las infinitas gracias que recibo en cada misa por mis hermanas, las benditas almas del Purgatorio.
Sé que las necesitan y nos ruegan por ellas. Es como si constantemente gritaran: “¡Ayúdennos!”.
¿Te animas a rezar por nuestras hermanas, las benditas almas del Purgatorio? Lo necesitan y te lo agradecerán.
Pide por ellas, particularmente por las más necesitadas de la misericordia de Dios.
Desde la Asociación Rescatadores Juan Pablo II recordaron las historias de algunos de estos pequeños y sus madres, que prefieriron decir sí a la vida a pesar de las dificultades.
Como es el caso de Marta. Su hija acaba de cumplir 10 meses y es su tercer hijo.
Supo que estaba embarazada durante la pandemia y en su entorno no dudaron en aconsejarla abortar. Pero se confundió de teléfono y llamó a los rescatadores. Después siguieron muchas horas de conversación y muchas dudas. Cuando finalmente pudo verse con alguien de la asociación rompió a llorar.
La culpa de haber pensado que su hija no viviera no la dejaba vivir en paz. La noche del bautizo no paró de escribir mensajes de lo feliz que estaba. Su hija había entrado por la Puerta Grande de la Casa de Dios.
También se bautizó la quinta hija de Ana. Decidió abortar cuando estaba de 5 meses. Es una mujer difícil, con muchos problemas que no sabe afrontarlos.
Ana ha tardado años en decidir bautizar a su hija. Con paciencia poco a poco Dios ha empezado a entrar en su vida. Ahora se la ve serena, sabe que siempre tendrá “Al De Arriba” aconsejándola y ha aprendido a consultarle a Él antes de tomar una decisión.
Mariana conoció a uno de los rescatadores Juan Pablo II cerca del abortorio El Bosque, cuando iba a entrar para abortar. El rescatador habló con ella 10 minutos y finalmente decidió no entrar en la clínica.
Cuando su pareja se enteró que no había abortado se llevó todo y la abandonó. Ella se encontró sola. Su hermana no quería saber nada de ella. No tenía trabajo. No tenía nada ni a nadie. Solo a los rescatadores de San Juan Pablo II.
Mariana tuvo un embarazo muy complicado. En el centro de salud no querían atenderla, solo si abortaba se lo cubría la seguridad social.
Por eso desde los rescatadores decidieron ponerle un Ángel de la Guarda, Ana. Porque ella necesitaba muchas manos tendidas.
Finalmente nació Pablo Santiago. Le puso el nombre del rescatador que salvó a su hijo.
Un día con una de los rescatadores Mariana fue al santuario de Schoenstatt, donde se estaba celebrando una primera comunión. Allí aprendió a rezar y cuando anochecía decidió que se quería bautizar y que también bautizaría a su hijo.
Ahora Marina tiene un trabajo a largo plazo, y su vida ha cambiado tanto que no deja de contárselo a todo el mundo.